LA TORRE DE PAPEL

Construir una torre de papel lleva tiempo. Es un empeño casi vano, pero hermoso. Construir una torre de papel es construir un sueño, una escalera para llegar a lo alto del aire, un reino. Un desafío.

Atentos, los ojos del niño vigilan la frágil atalaya que crece con cada vaso de plástico, con cada papel, con cada cartulina. Sabe que una ráfaga de aire o un milímetro en la posición del siguiente piso puede dar al traste con todo su empeño. Pero tiene paciencia, sabe de la fortaleza de la lentitud. Lo ha aprendido de sus ancestros.

No poseen apenas nada, salvo tiempo.
Y qué es la vida. Tiempo.
Y mientras el mundo se desmorona, el niño juega. Construye. Concentrado y paciente. Como hace su pueblo.

Porque saben que un día el mar llegará a ellos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *