LA SOLIDARIDAD DE A CARIDÁ

 

Tiene dos colegios, y los dos han trabajado varias veces con el Bubisher. El Franco es un concejo especial.

Esos niños que hacen pulseras y velas de cera de los panales del abuelo, no están vendiendo: están construyendo una biblioteca. Sienten al Bubisher como algo propio, y siguen la huella de miles de chavales de colegios de toda España que leyendo un libro o vendiendo libros usados se pusieron el mono, hicieron cemento y levantaron muros abiertos, plantaron árboles y llenaron estanterías.

Este domingo el dios de la lluvia se empeñó en aguar Artenatura, pero el ayuntamiento de El Franco es distinto hasta en su estructura, y en sus bajos hay lugar para dos cafeterías y hasta para acoger un mercadillo solidario. Y ahí estuvieron, durante horas, para recibir a los que no se dejaron amedrentar por el “barruzo” que venía con el Nordeste, y vendieron casi todo lo que trajeron. Y allí estaba también Gonzalo, que con la ayuda de África, las mejores trenzas del concejo, vendió casi veinte libros. En total unos trescientos euros, que hubieran sido mucho más de no ser por la lluvia, pero que no son poco, que son muchísimo. Mucho más que si vinieran de cualquier organismo oficial. Porque así se escribe la historia del Bubisher, con la mano de niños que construyen bibliotecas a tres mil kilómetros de distancia para otros niños. Magos, eso son.

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