LA OTRA CARA DE LA INFANCIA

Ciertamente, las casas son el adorno de esta vida mundana, pero ¿qué valor tienen si quienes viven en ellas nos abandonan?

Esta foto me recuerda mucho los años que estuve de profesor. Me recuerda a esos niños que uno encuentra sentados bajo un sol asfixiante o pegados a una silenciosa sombra. Sentados delante de la biblioteca o de la escuela horas antes de su apertura. Algunos huérfanos, otros viviendo en familia, pero sin encontrar la alegría y otros confusos ante una vida injusta.

Les conoces por los círculos oscuros debajo sus ojos, por el dolor que distorsiona sus rasgos, por la cantidad de fatiga que se acumula en sus suspiros, por las marcas de quemadura que dejan sus lágrimas.

Siempre sonrientes, sí. Pero Allah conoce la preocupación que pesa en sus corazones, el dolor de la pérdida que distorsiona sus rasgos, la magnitud de la tristeza que apaga sus miradas. Él, y solo Él, sabe las veces que la realidad cortó las alas de sus sueños

Escondidos en los lugares más estrechos, esperan sonrisas sinceras, gestos amables, sombras que hablen, palabras que curen para llenar ese rincón del corazón, cuya misión es preservar el habla suave en el momento de la decepción y usarla cuando más falta haga.

Niños que amaron la vida, que se alegraron de venir a ella y en ella pusieron sus esperanzas y sueños. Pero la injusticia arrebató sus infancias.

Confusos, porque esta vida no es como les enseñaron: el cielo azul, los árboles verdes y los pájaros cantando. Doloridos, porque la vida es dura: el cielo es oscuro y todo está en silencio.

Brahim Ahmed

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