LA MARIPOSA DE LOS CARDOS

Conté en un encuentro en la Universidad de Granada que algunos niños van a las bibliotecas del Bubisher no a leer libros, sino a ver mariposas. En un desierto estéril, en la nada en la que nada crece. El milagro sucedió en Dajla, hace algunos años, cuando logramos sembrar y hacer crecer un jardín en su biblioteca. De pronto, ahí estaban, libando en las flores de las moringas y las adelfas. Y luego en los jardines de las cinco bibliotecas. Vienen, no se sabe de dónde. Y los niños, que nacieron sin el derecho a pisar su tierra, a sentarse a la sombra de los árboles que también ardieron bajo las bombas incendiarias del invasor, acuden ahora a las bibliotecas a vivir ese pequeño milagro: mariposas en la hammada. Al acabar la charla, una bibliotecaria granadina, creo que parte del proyecto Entre Libros, tan hermano del nuestro, vino a decirme que la mariposa, que había visto fugazmente en el video de Mano con mano 2023, era una Vanessa Cardui, la mariposa de los cardos. Me contó también que esa especie de mariposa recorre volando (revuela) hasta 14.000 kilómetros buscando eso, flores. Quise sentirme en el minúsculo cerebro de una mariposa de los cardos para vivir la epifanía de conseguir en medio de la hammada el premio a su constancia. Y pensé en Gabi y Santiago, que recorrieron más de diez mil kilómetros para encontrar esas mismas flores, para dar lo mejor de sí mismos con la belleza de sus cuentos y canciones, y para libar en los corazones de los niños saharauis. Uruguayos de las adelfas… Sigamos plantando entre todos moringas y adelfas, libros y sueños.

Gonzalo Moure

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