“En el verso está la palabra originaria, fundadora, que reproduce el ritmo del mundo. Al leer el verso, al respirar las palabras, respiramos el ritmo y la música del mundo”
Antonio Colinas, “Tratado de armonía”, 1992
O se te ofrecen como fruta
que cae del árbol madura.
O se resisten a tu industria
para hablar sin pagar factura.
O ponen su fama y fortuna
a los mandatos de tu pluma.
O usan hábiles argucias
Para privarte de su ayuda.
O aguantan, como si columnas,
la pesadumbre de tus dudas.
O las desuelan tu penuria
y te atavían con finura.
O se atrincheran en sus urnas
y ponen a prueba tu incuria.
O se desprenden la armadura
y se te rinden, se hacen tuyas.
O inventan luz donde hay negrura
con solamente decir luna.
O…
…su potencial es desmesura.
Y son poéticas, profundas.
Y blandas, cándidas, estúpidas.
Y persuasivas, simples, cultas.
Y cicateras, dulces, públicas.
Y negligentes, tontas, puras.
Y provechosas, torpes, lúcidas.
Y amables, trágicas, oscuras.
Y generosas, sabias, púdicas.
Y tristes, cínicas, astutas.
Y pretenciosas, castas, lúdicas…
Y…
… admiten otras composturas.
Son como voces en la bruma,
de sirenitas, y de brujas.
Y no hallarían buena ruta
que las dirija a sus locuras,
si no confiaran en la brújula
que les orienta en la espesura:
es la palabra que se oculta,
que no se deja decir nunca
y, así, las otras se pronuncian.
Es la que templa su enjundia
para que las otras, criaturas,
hagan alarde de facundia
Es la que, como ojo de aguja,
permite que las otras zurzan
poemas, cuentos, aventuras,
síes y noes, conjeturas
y toda clase de imposturas.
Es la que carga con la culpa
y concede a las otras bula
para que, frívolas, seduzcan.
Es la que guarda la tersura
y que las otras, luna a luna,
se ajen, se llenen de arrugas.
Es la que no toma postura
para que las otras se luzcan
o en el ridículo se hundan,
en pelotón o de una en una.
Es la que deja a oscuras
espacios que las otras buscan
en el hablar y en la escritura.
Es…
…la que al Bubisher deslumbra,
en la desértica llanura.
y en sus nidos de cultura
niños, con juegos y lecturas,
le ponen el ritmo y las músicas,
orquestadas por manos ducha
en dirigirlas con fortuna,
con com-pasión y con ternura,
para que en sus pechos fluyan
palabras libres, nobles, justas,
frescas, creativas, con cordura.
Porque ella…
…es la que nace en cada cuna
sin morir en ninguna tumba…
…es la primera, inicial, única,
inaugural, palabra última.
Fernando Llorente