LA BELLEZA Y EL AMOR

El amor a la belleza es la razón de ser de todos los amores. La belleza enamora y de la emoción del enamoramiento, a veces hay un tiempo de conocimiento y complicidad, que lleva al sentimiento del amor. Y, a veces, ese proceso se recorre en un instante, tanta es la belleza. Es lo que ocurre cuando se produce al primer acercamiento a esa población refugiada en los campamentos, que hace 50 años el pueblo saharaui, levantó en Tinduf (Argelia), en la parcela más fea, dura por pedregosa, e inhóspita del desierto de Sahara, que con su presencia ennoblece y embellece.

Tengo a la belleza como un lugar de jubileo para peregrinos de extasiada sensibilidad. Uno de esos lugares son los campamentos de población refugiada saharaui, donde, entre tanta fealdad ambiental, se encuentran delicadas piedras preciosas, como son las sonrisas de las niñas y los niños, en las que anida toda la belleza del mundo; o sus ojos grandes, negros, cuya mirada, siempre admirativa, recrea el mundo, y sonríen al unísono con sus labios, por lo que seguramente sus lágrimas son dulces, cuando lloran; o la elegancia, con estilo, con la que las mujeres jóvenes visten la melfa con colores que invitan a la vida y al amor; o los serenos ser y estar de las mujeres mayores, que vivieron el éxodo y la guerra, y levantaron los campamentos, mientras los hombres luchaban en el campo de batalla; o el espíritu esperanzado de resistencia de los hombres, que transmiten y comparten con sus familias, hospitalarias y generosas…Todo eso es belleza, que en el primer instante enamora  y, en el segundo, se ama. La prueba es que quien se acerca por primera vez, estrecha la relación con muchas veces más.

Entre la dureza de ese lugar, como si la sonrisa y la mirada de las niñas y los niños los hubieran diseñado, después de haberlos soñado, ha crecido belleza en forma de jardines, que adornan el exterior de cada una de las bibliotecas Bubisher, donde las sonrisas inocentes se expanden y las miradas limpias se refrescan, en tanto en su interior, miradas y sonrisas vuelan por otros mundos con sus bellezas, entrando en las páginas de un libro e intuyen qué es la libertad, palabra también bella.

Hace muchos años, la niña, bellísima, de la foto sopló un beso, que no ha dejado de volar posándose, como una mariposa en las conciencias y las sensibilidades de cuantos aman a su pueblo, después de haberse enamorado de su sonrisa y su mirada.

La belleza, como la naturaleza, son siempre verdad. Por eso pueden también doler, cuando son excesivas. La belleza de la población refugiada saharaui es excesiva en un medio excesivamente hostil, que es por el que duele, como por su belleza es amable. Digno se ser amado.

Fernando Llorente

 

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