GUARDIANA DE LA MEMORIA

«La escritura es la pintura de la voz.» (Voltaire)

Ni la rueda, ni el fuego; la escritura es el gran invento del ser humano, el que le hizo tal como somos, el que permitió que todos los seres humanos que fueron, son y serán, estén conectados sin la esclavitud del tiempo y la amputación de la muerte. Es la pintura de la voz, de la memoria, de la reflexión. Hubo un tiempo en el que los saharauis no necesitaron de la escritura, porque el enorme cuerpo de sus poetas se materializaba en todos, aún inmunes a la muerte; igual que la caída de las hojas no es la muerte del árbol, sino su ciclo. Pero aquel tiempo pasó, fue anegado por todas las modernas herramientas de la comunicación que sacrifican el pasado y el futuro en el altar de la inmediatez. También los saharauis necesitan pintar su voz para hacerla, si no eterna, al menos duradera. Indagar en los versos del pasado, que se diluyen en la tierra de los cementerios, para tejer los nuevos versos. “Viajar es romper/ mis viejos poemas/ para desgarrar/ la arrugada elkomsha/ y encontrar de nuevo/ la verde semilla/ de los versos que me esperan”, escribe Limam Boisha en “Ya calló la lluvia”. En ese humilde fruto del desierto están también el pasado, el presente y el futuro. Bibliotecas. Árboles. Hojas que pasan y caen. Hojas que brotan.

Gonzalo Moure

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