GANFUD

Leo en otro documento: “8 años para que el nuevo superpuerto atlántico de Dajla vea sus obras terminadas, el mayor puerto de Marruecos, bla,bla,,bla De ello presume Abderrahmane Allou, director de la obra, frente a un nutrido grupo de empresarios españoles que le escuchan bajo una jaima ….. bla, bla, bla . ¡Más empresarios lucrándose, vulnerando derechos humanos en el Sahara Occidental! Llevo tres horas de pantalla en el módulo de hoy !Qué injusto es todo lo que le está aconteciendo a este pueblo! Me hierve la sangre. ¡Qué rabia! Creo que necesito un descanso. Ha entrado un mensaje a mi correo. Es una foto. Ay, ya me acuerdo, bonito momento. Me pongo de pie para estirarme mientras la observo detenidamente, muy detenidamente, me trae recuerdos, me absorbe.

Recién llegadas aquella mañana unas horas antes de esa foto, salimos a callejear por la wilaya. Nos quedamos impactadas ante lo que teníamos delante: casas de bloques grises y de adobe se nos cruzaban por el camino, ahora medio derruidas, todas vacías, ocupadas por el silencio; no quedaba nada … ni nadie. Entrábamos y salíamos, buscábamos a alguien que nos diera una explicación. Diría que deberíamos habernos sentido angustiadas; el caso es que no. Aquellos espacios que habían sido levantados entre arena y piedras y que habíamos conocido anteriormente albergando vidas que esperaban, nos hacían en aquellos momentos sentir sobre la piel vibraciones agradables, algo que nos tranquilizaba, pero no entendíamos qué estaba pasando. !Todas vacías! !Qué extraño todo! Ni un alma, ni un vehículo, ni una cabra, ni camella, ni puesto de control, tampoco había plásticos por el suelo, ni bidones de agua. Rodeamos por atrás el último edificio antes de emprender la vuelta. Entonces vimos el minarete de una mezquita detrás de una pequeña construcción de adobe, también deshabitada. .

– Quizás en la mezquita pudiera haber alguien, hay un altavoz arriba. ¿Quieres que vayamos?

Nos pareció ver que algo se movía a través de la ventana de la casita de adobe.

– ¿Lo has visto? !Es un caballo! !Qué pinta un caballo allí solo! !Acércate a ver que te dice!

Claro que me acerqué.

– Salam alhandulilah hassan al jamil ¿Dónde está la gente? ¿Qué sucedió?

– Uiii, ¿la gente? Hace tiempo que se fue la gente. ¿No te has enterado todavía?

– Pues debe ser que no. Habrá pasado algo bueno ¿no? Porque este calor es aplastante y derrite pero hay una dulce brisa que acaricia la piel.

– Sííí, sí, algo buenísimo. Sucedió algo extraño.

– ¿Extraño aquí, dices? Yo no diría que lo que sucedió aquí fue precisamente extraño. Fue injusto. Y es ilegal. Todo eso se demuestra en los documentos de mi curso, y no me cuentes nada más sobre este tema porque necesito descansar y tanta injusticia me rompe el corazón.

– ¿Pero tú te dormiste o qué, guapa? ¿En qué curso te matriculaste, pues? Eso ya pasó. ¿No te has enterado todavía que triunfó el Humanismo en el mundo y se pusieron en el centro los derechos de las personas?

– ¿Pero de qué me hablas? ¿En dónde? ¡En el Sahara Occidental, no creo!

– !Que sí! !Escucha! Se acataron las resoluciones del TSJ de la Unión Europea, se produjo la huída masiva de las empresas transnacionales, esas que estudias en tu curso, aquellas que hacían acuerdos ilegales para poder expoliar sin control los recursos del Sahara, que robaban sus fosfatos, y el pescado, y su arena y querían vender su gas, y que habían ya intensificado producciones agrícolas a base de destrozar los acuíferos y ambicionaban construir grandes infraestructuras y atraer más colonos para enriquecer al rey alauí y su familia. ¡Pues, mira qué cambio! Ahora las empresas piden permiso a la RASD para poder operar y en vez de reinar ese rey reina la tranquilidad.

– ¡Qué dices! ¿Pero entonces sucedió ya el referéndum? ¿Se independizaron?

– Sí, claro que sí ¿Pero de dónde salís vosotras dos, almas cándidas?

– ¡Que bueno! ¿Y el monarca marroquí controlado?

– Sííí. Pobrecito, je-je, robó, ganó y engulló tanto, tanto, tanto, que al final reventó. Mira a tu alrededor. Han pasado diez años. Se marcharon poco a poco al Sahara. Ya no queda nadie aquí. Y cuentan que las nietas de las mismas abuelas que habían organizado la vida aquí hace 58 años cuando llegaron huyendo de las bombas, fueron las que organizaron el abandono poco a poco de estos campamentos y el tránsito hacia la nueva vida en libertad.

– ¡Grandes las mujeres saharauis!

– Dicen que les va muy bien. Hay familias enteras que viven ahora de la pesca, otras aprovecharon las infraestructuras de regadío para organizarse en pequeñas comunidades agrícolas, hay quien trabaja en los fosfatos, pero para producir abonos de uso local, y están construyendo una universidad en Ausserd. Incluso crearon la Academia de la Lengua y ahora los libros los publican en hassanía.

– ¡Que bueno por favor, no me lo puedo creer!

– Dicen también que una gran tormenta de arena atravesó de norte a sur y se tragó el muro que dividía el desierto. Ahora es una preciosa duna, que se pierde entre las dunas, ya sin minas. Ni siquiera la ves cuando caminas por encima. Ni el recuerdo la quiere revivir.

– ¿De verdad? ¿Y tú cómo sabes todo eso?

– Porque también hubo grupos de jóvenes que recuperaron el nomadeo, optaron por vivir como sus sabios abuelos, son felices y a veces atraviesan la frontera y llegan hasta aquí, y lo cuentan.

– ¿Vienen hasta aquí?

– ¡Es que recuerdan con tanto cariño su infancia!

– ¿Con cariño una infancia de escasez?

– Y de abundancia

– ¡Abundanciaaaa! ¡La que yo te diga!

– Abundanciaaaa, si. Abundancia de cariño, de calor familiar, de la que irradiaba de los relatos y las historias que les contaban en las jaimas, abundancia también de solidaridad de otros pueblos. Todo eso alimentaba también.

– ¡Claro! Visto así, tienes razón. Oye, una pregunta. Ahora nomadearán con GPS ¿no? y estarán bien comunicados.

– Sí, claro. Eso cambió. Ya sabes que sus abuelos se guiaban por las estrellas, las formas que la arena dibujaban, el tipo de arena que pisaban, … pero no sé, no sé yo si ahora les interesa mucho, creo que lo intentan. A veces llegan hasta Leyuad, ponen las jaimas en los montes tirseños entre acacias y visitan sus cuevas, y por la noche se acercan al centro de la cueva y escuchan las voces de los gigantes que les animan a seguir pastoreando.

– ¡Me encantaría nomadear con ellos! ¿Y llegan hasta aquí, aquí, hasta este lugar?

– Bueno hasta aquí, aquí, no precisamente; se quedan en el antiguo campamento de Dakhla. Allá vive mucha gente todavía. No todos marcharon. Hay quién prefirió quedarse y la generosa Argelia les permitió hacerlo. Ahora tienen doble nacionalidad, son personas saharauis y argelinas.

– ¡Entonces ya no son apátridas! !Qué descanso!

– Y tendrías que ver Dakhla ahora; ha cambiado mucho. Es un oasis, repleto de palmeras, moringas, albahacas, huertas, animales, preciosas casas y fuertes jaimas; y la carretera perfecta. Hay autobuses diarios a Tinduf.

– ¡Pero qué maravilla!, Voy a contárselo a mi compañera. Me tengo que marchar. !Shukran u ila aliga! ¿Cómo te llaman?

– Me llaman Ganfud, aunque como ves, no soy un erizo, ni soy de Tinduf.

Sonreí. Ganduf me buscó una caricia y acercó su nariz a mi cara. Me olfateó. Yo le sople en uno de sus ollares y me susurró:

– En realidad aunque sea marrón tengo la crin y mi entrecejo hasta el hocico blancos, porque soy descendiente directo del caballo del guerrero Ali Uld Meyara

– ¿El legendario guerrero anticolonial saharaui? !Uaaaa, que bueno! Su caballo era blanco, brillante y muy valeroso.

Ganfud orgulloso acercó su nariz todavía más, bajó sus orejas y se retiró un poco, suavemente.

– Pués, shukran, Ganfud. Vuelvo con mi compañera. Tengo mucho que contar.

Volví la cabeza hacia atrás para ver donde estaba y escuché que me decía:

– Ya os saqué una foto. ¿Vuelves?

– ¡Voy!

Antes de marchar quise volver a saludar a Ganfud por última vez. Me asomé a la ventana, pero Ganfud ya no estaba. Miré alrededor. Ni rastro. Esfumado en un segundo ¡Esto sí que es extraño! Entonces me sumergí de nuevo en la foto de mi teléfono. Me absorbió otra vez. Cuando levanté la vista me sentía mucho más descansada, y perezosa de volverme a sentar en el ordenador. ¡Me había sentido tan aliviada mirando la foto! … Marruecos sigue afianzando su ocupación atrayendo inversión extranjera … esta visita enmarcada en el Foro de Inversiones España Marruecos se celebra en la ciudad saharaui administrada por Marruecos, quien se emplea en hacer emerger de las arenas de Dakhla infraestructuras y complejos industriales…bla,bla,bla.

Koro Azkona

 

 

 

 

 

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