Sin conocer el contexto personal y ambiental en el que la foto se tomó: dos niñas. Dos expresiones faciales distintas, la de un entrecejo fruncido y la de una sonrisa de circunstancias, ambas expresiones de un mismo sentimiento, al menos mientras el posado, el de extrañeza, cuando no de incomprensión: ¿qué hacemos, qué tenemos que hacer con estas raquetas en la mano, y con una pelota, que nada tiene que ver con ellas?, algo que seguramente han comprobado. Saben que son cosas para jugar, aunque no sepan muy bien cómo, pero eso no atenúa la extrañeza, cuando no la incomprensión, de estar exhibiéndo(las/se) ante una cámara. Cuando aprendan a jugar, y jueguen, mal que bien, dadas las circunstancias, posarán con las expresiones de quienes saben lo que tienen entre manos.
Tengo para mí que la fotografía bien puede tenerse como una metáfora gráfica de un estado existencial, en el que la extrañeza y la incomprensión forman parte del pensar y del sentir de un pueblo, que no sabe qué hacer, porque no le dejan hacer nada. Es un juego, el de su existencia, que se juega conforme a unas reglas difíciles de comprender, un juego en el que, cuando parece que van ganando alguna partida, son otros los que se llevan las ganancias.
No, no es fácil de comprender, y produce extrañeza, pero el pueblo saharaui no se resigna, resiste, y espera un golpe de suerte, que le permita establecer, en su propio terreno de juego, la parte de las reglas a seguir, que le corresponde, sin que a nadie extrañe y todos comprendan. Cuando ese día llegue, y llegará, las niñas de la fotografía comprenderán por qué no comprendían, cuando se la hicieron, ni siquiera por qué tenían una pelota que no servía para jugar con aquellas raquetas: habrán llegado a comprender cómo se juega al bádminton, y jugarán en una pista hecha para ese juego, siguiendo un reglamento convenido por todos. Las extrañezas y las incomprensiones serán otras, y estarán bien preparadas para vivirlas. En las bibliotecas Bubisher, las bibliotecarias y sus equipos preparan a los niños y adolescentes saharauis para que así sea, con métodos y reglas que van quitando de sus vidas extrañezas y poniendo comprensión.
Fernando Llorente