Hay estrellas en el cielo, que podemos contemplar en la alta noche, si elevamos la mirada. Hay estrellas de mar, a cuyas profundidades hay que sumergirse para verlas, bien protegida la mirada. También hay estrellas del desierto, no sólo en su cielo, en donde están todas las del Universo, que en las noches claras, casi todas, exhiben el manto, bordado a punto de luz, con el que cubren el firmamento de su propio frío. No sólo en su cielo, también hay estrellas en el suelo del desierto: son flores de cinco pétalos en punta, sostenidas por sólidos troncos, bien enraizados en los terrenos arenosos, a lo que contribuyen las condiciones del desierto -luz y calor-, que son favorables para su crecimiento y mantenimiento. Serían estrellas beduinas, si no fuera porque no son nómadas, permanecen fijas donde nacen.
No todas las estrellas del desierto son flores. En la fotografía se representa una estrella del desierto también viva, pero no vegetal, sino humana, de una humanidad, que está creciendo. Tiene cinco puntas y pico. En el pico quiero ver el tronco que, aparentemente frágil, la fija en una tierra, que no es la suya, pero en la que absorbe los nutrientes emocionales e intelectuales, que la permitirán brillar con luz propia, cuando luzca en la tierra que le `pertenece. Como la flor estrellada, es depositaria de una capacidad de resistencia, a prueba de inconvenientes ambientales, que se dan en el desierto, cuando el desierto es adversario, y no cómplice, así como de entorpecimientos humanos, que, desde hace casi cincuenta años, la ambición y el desprecio provocan. La estrella de la foto es flor de carne y sueño, cuya savia asciende de su tierra y fluye por sus venas para que en sus corazones bullan emociones y en sus cerebros germinen ideas de justicia y libertad.
Las bibliotecas Bubisher son viveros a cargo de, tan expertas, como entusiastas jardineras que, con sus equipos, saben administrar la cantidad y la calidad del riego -lecturas compartidas y comentadas, juegos teatrales, dibujos, habilidades manuales, actividades al aire libre…-, que necesitan, según su momento de crecimiento, como si estrellas-flor fueran, pues son más delicadas, incluso, sin perjuicio de ir a buscar y formar más estrellas a dairas y barrios, alejados de la jardinería.
Sí, estrellas, como las de la foto, siempre lo serán de luz propia, que brillarán punta a punta, pétalo, bajo las estrellas del cielo de su desierto y sobre las de su mar.
Fernando Llorente