Según la mitología griega, Atlas es quien acaudilló a los Titanes en su guerra contra los dioses olímpicos. Zeus, implacable como casi siempre, tras derrotarles, condenó a Atlas a cargar para siemp con la bóveda celeste y es así como lo vemos representado, como un forzudo titán que lleva sobre sus hombros la bola terráquea.

Nuestro protagonista, tan titán como el griego, parece querer cargar (se) toda la estantería de libros él solo, como gritando:_Dadme más, que ya me los he leído todos. Venga, Zeus, no puedes conmigo, ni con mis ganas de leer.

Seguramente, la siguiente foto debe ser la estantería rodando por los suelos y los personajes de los cuentos campando a sus anchas. Fijaos bien en su rostro: o está haciendo una gran fuerza, titánica, claro, o se está riendo de Zeus y de todos aquellos dioses modernos que les tienen, a él y a sus amigos, encerrados en este desierto, sin haberse dado cuenta de que les han dejado los libros y las bibliotecas, material suficiente para que los nuevos titanes ya estén planeando su venganza.

La mitología nos dice también que Atlas era hermano de Prometeo, y éste sabía muy bien cómo engañar a los dioses; el fuego que les robó para entregárselo a los hombres es el mismo fuego que sale de la sonrisa y de las ganas de aprender de nuestro pequeño, y fuerte, amigo. ¡Ojo, dioses modernos, no os vaya a quemar!

Javier Bonet