EL ESPACIO, A VECES, ES LO DE MENOS


A ninguno de los jóvenes que aparecen en la foto se le ve incómodo. A pesar de estar sentados en el maletero de un coche, encima de una alfombrilla salpicada de pequeñas piedras, que habían levantado sus chanclas del suelo hasta arriba.

A veces no hace falta un edificio, ni casas, ni siquiera una jaima. El espacio, a veces, es lo de menos. Si pudiéramos analizar la psicología de esta foto qué diríamos de ella. Para empezar, no hay magia ni poesía en el maletero de un coche. Pero este encuentro auspiciado por la bibliotecaria, para encender el fuego de la lectura, sí es una excepción. Esto sí es magia, es poesía y sobre todo, es un acto de amor.

Niños y bibliotecaria están sonrientes, alegres. Me atrevería a decir, súbitamente felices. Porque están levitando sin darse cuenta, ¿encima de una alfombra mágica? Despreocupados. Gozosos. Porque la voz de la narradora les envuelve y les indica el camino, por el que van transitando los protagonistas del cuento.

Está claro que para el pueblo saharaui, da igual las generaciones pasadas y las actuales, sabemos acoplarnos al espacio. Y si queremos hacer algo, el espacio es lo de menos.

Liman Boisha

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