Iratxe Moya

Mi primer contacto con el Bubisher fue en Diciembre de 2012, cuando por casualidad descubrí una Biblioteca en medio de todas esas Haimas, Frigs, arena, piedras y polvo que componen Smara. Pero lo más emocionante del descubrimiento fue cuando vi el maravilloso fondo de libros infantiles con que contaba. Aunque las sorpresas continuaron, ya que conocí a Palma y Gonzalo, que me recordaron al flautista de Hamelin, por la manera que tenían de llevar a todos los niños y niñas detrás de ellos a la espera de que comenzaran los juegos, historias, canciones… en ese momento pensé que era un proyecto estupendo en el que me gustaría participar.

Hasta este año no había tenido la posibilidad de poder trabajar de voluntaria en el Bubisher. En Febrero llegué allí con mi cabeza llena de ideas sobre técnicas de animación a la lectura, juegos y actividades, que quería trasmitir a las monitoras y monitores, para que con su ayuda pudiésemos adaptarlas a su día a día. Trabajando tres cuentos como base: El Pez Arcoiris, Mi miel, mi dulzura y El Ladrón de Palabras.

El primer día iba un poco nerviosa pero al conocer a Kabara, Larosi, Fatimetu y Fanna esos nervios desaparecieron y me hicieron sentir como si siempre hubiese estado allí con ellos. Estuvimos dando el curso tres días.

Luego tuve la oportunidad de acompañar a Kabara a las escuelas de primaria y guarderías para poner en práctica lo que habíamos trabajado en el mismo. Me encantó poder trabajar con ella y contar los cuentos las dos juntas, pero lo que más me emocionó fue el ver las caras de sorpresa y de alegría de los niños y las niñas, y disfrutar todos juntos de las actividades que estábamos haciendo.

Los viajes con el camión Smara han sido una gran aventura gracias a Larosi. El poder participar en la Hora del cuento con Fatimetu en las Dairas ha sido una experiencia estupenda, gracias al trabajo con el Kamishibai. Pudimos elaborar entre todos y todas las participantes un enorme Pez Arcoiris para decorar el Bubisher junto con la Gran Oruga Glotona de los números.

Todos los viajes a los campamentos dejan una marca imborrable en el corazón, pero este ha tenido un toque especial por las vivencias que me han acompañado cada día, así como por las personas con las que he podido compartirlas, todas me han aportado muchísimos aprendizajes tanto a nivel profesional, como personal. Por eso quiero dar las gracias a todos y todas los que trabajan cada día para conseguir que el proyecto funcione y que me han dado la oportunidad de ser parte de él. Así como a las personas con las que he estado trabajando en Smara por cuidarme tanto y hacerme sentir como en mi casa.