EL BUBISHER EN EL MILAGRO SAHARAUI

 

Hay una zona en el desierto del Sahara donde la arena, dócil a los vientos, convive con la piedra impenetrable; donde el azul no humedece el secarral; donde en la noche las estrellas requiebran a la arena fría; donde la sed es de vida; donde los lagartos no salen al sol; donde las horas son de polvo y roca a la vez; donde la precariedad impone su severa ley;

Es esta zona la hamada, la parcela más inhóspita del desierto del Sahara. Es en ella donde habita, desde hace 46 años, la hospitalidad de un pueblo: el saharaui, que obra el milagro de una resistencia, guiada por una dignidad refractaria a la humillación. El milagro de un pueblo, que no se resiste a desaparecer de la escena, y sobrevive en la escasez.

El milagro no precisó de la aparición de virgen exótica alguna en lo alto de una duna. Bastó y sobró con el trabajo de las mujeres en carne mortal -los hombres en la guerra dejando constancia de la condición de su carne- para poner en pie y en funcionamiento, según directrices del Gobierno de la RASD, dispensarios, guarderías, centros para ciegos y discapacitados, talleres: de costura, de belleza, de pintura, de artesanías, de música, de informática…y escuelas, que acabaron con el analfabetismo descuidado por el colonialismo español, y que vienen educando a una población constituida en sociedad organizada y amable…en medio de la nada.

Y muchos años después, el bubisher, el pájaro de la buena suerte, venido de lejos, hizo una aparición inesperada, para abundar en el milagro, llevando a los campamentos de refugiados espacios de apertura a otras realidades, en forma de bibliotecas, en las que el juego fomenta la creatividad, alimenta sensibilidades, fortalece conciencias. Sensibilidades y conciencias, que serán los cimientos sobre los que se sostengan sus vidas, cuando la tierra arrebatada les sea devuelta, no por obra de un milagro, sino de un acto de justicia.

Y, mientras, el milagro de la resistencia hospitalaria, generosa, solidaria, digna se sigue produciendo en la hamada, donde cada día el sol se pone disparando el rayo verde; donde el horizonte es un arco tenso; donde el mar azul está boca abajo; donde lo oscuro brilla en los ojos de los niños; donde el pedregal está seco, pero tiene alma. En fin, donde libertad es, hoy por hoy, una palabra. Una palabra sagrada.

Fernando Llorente

 

Una respuesta a EL BUBISHER EN EL MILAGRO SAHARAUI

  1. Gràcies Fernando per les teues precioses paraules

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