EL BUBISHER EN CASTEJON

La expo del Bubisher se encuentra desde el lunes pasado en Castejón, una peculiar población del sur de Navarra bañada por las aguas del Ebro que surgió en el siglo pasado alrededor de las vías del tren que lo atravesaban, y en cuya estación se apearon y sembraron vida muchas familias; un tren que ha seguido trayendo más familias todavía para que así continúe engrandeciendose de diversidad y riqueza cultural. Emulando a esas familias el lunes pasado el Bubisher también se apeó en la estación de Castejón, y se instaló en su biblioteca donde pudimos en su inauguración sentir y respirar ese legado humano.

Sucedieron grandes cosas. En la sesión de cuentos narramos y escuchamos cuentos trenzados en diferentes idiomas; hubo niñas y niños que escucharon relatos en hassania y se animaron a contar los suyos propios en dariya. Aprendimos a nombrar al erizo, la zorra y y la gaviota en euskara, dariya, bereber y hassania, y sobre todo aprendimos a escuchar el sonido y la melodía cuando nos tocaba el idioma desconocido. Más tarde, ya en la charla sobre el proyecto Bubisher tuvimos público saharaui también que participó activamente y nos agradeció la oportunidad de hablar de su pueblo en ese foro; una joven marroquí que escuchó atentamente y muy en silencio toda la charla lo rompió al final para expresar su sorpresa y de alguna forma también agradecimiento por todo lo que había aprendido, porque había descubierto una para ella hasta ahora desconocida dramática realidad; nos decía que ahora que lo había conocido podría por ejemplo hablar de ello con sus profesores. Quiso finalizar la sesión nuestra compañera de Kabiak, Salma Mohamed Bab, leyendo un emotivo texto escrito por ella con corazón y desde su condición de mujer saharaui nacida y criada en los campamentos.

Pero la vida tiene magia, así que cuando finalizó la charla, su deriva nos llevó a algo que a mí sí que me acarició el corazón, aunque probablemente algo así, y ojalá así sea, haya sucedido más veces. Estábamos recogiendo el proyector cuando levanté la vista y a mi izquierda vi a Salma y entre lágrimas a la joven marroquí envueltas las dos en un abrazo. A nuestra compa ya la habíamos visto más de una vez con ojos vidriosos brillantes cuando en las charlas explica lo que está aconteciendo a su pueblo y pide que por favor se difunda, y ahora esta otra también jovencísima mujer, marroquí, con lágrimas en sus ojos pedía perdón a Salma por lo que Marruecos estaba haciendo con su pueblo y se disculpaba por su ignorancia.

Volviendo ya hacia casa en el largo trayecto, pensaba que quizás la magia en Castejón tenía algo que ver con aquello de que el agua es símbolo de vida y de que de los trenes se apean aires frescos. Pensaba también en lo relevante de nuestro lema “herri jantzia, askatasun hazia”, por eso de que “el conocimiento libera y empodera” y que tanto gustó a las personas saharauis que nos acompañaron aquella tarde. Pensaba que a través de los cuentos el Bubisher había dibujado lazos amables entre txikis de diferentes lenguas y culturas. Pero sobre todo pensaba en ese abrazo que reverberaba el verso de Liman Boisha cuyo eco esta vez se me antojaba así: “un abrazo, solamente un abrazo, separa la boca del Sahara, de los labios de Marruecos

Ojalá que muchas personas como Salma se puedan fundir en millones de abrazos con muchas personas como esta joven marroquí de Castejón.

Koro Azkona

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