EL BATIR DE LAS ALAS DEL LIBRO

Miró el papel en blanco y empezó a dibujar. Y en su dibujo cabía el mundo. Su mundo. Su alma le pedía volar, y dibujar le da fuerzas al ser humano, como escribir o esculpir. Le da la fuerza de crear. Y Mina creó sobre lo que ya existía, y pensó que ese era su trabajo: sembrar en la mente de las niñas y los niños de su biblioteca una semilla de aire. Volar. Ellas, ellos le ayudaron. Y pintaron, y llenaron el aire de color, de colores puros. El arte más puro es a veces el arte más espontáneo y sencillo. La alfombra mágica convertida en un libro que vuela, sus pasajeros tan ligeros como las tenues nubes del horizonte. Ahora es un mural, y un mural puede ser un espejo. En el que sobrevolar el mundo, en el que deshacerse de la asfixia con el suave y rítmico batir de las alas de un libro.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *