Cuando en el 2011 comenzamos a levantar en Smara el primer Nido del Bubisher, a semejanza del nido del bubisher pájaro, se corrió la voz por la wilaya de que se trataba de una iglesia. No andaban tan desencaminados, porque la palabra iglesia procede del latín, ecclessia, que significaba “reunión del pueblo”. La culpa la tenía La Curva, un pequeño anfiteatro curvo que Clara y Roge adornaron con una veintena de lucernarios de cristal, y que recordaba, sí, a cualquier construcción religiosa. De poco servía que, entrando al patio de la biblioteca, se viera bien a las claras que se trataba de eso, un anfiteatro para actuaciones musicales o teatrales, porque cuando se tiene un prejuicio, se convierte en juicio y condena. Fue difícil escapar de tal estigma, once años de trabajo constante. Pero ahora que ya vamos levantando el quinto nido, la BPB Pilar Bardem de El Aaiun, la sociedad saharaui ha disipado aquellos prejuicios y ya sabe que sí, que el Bubisher no es un proyecto español, y mucho menos una iglesia, sino una “reunión del pueblo saharaui para el pueblo saharaui”. Y allí donde el pueblo se reúne y vislumbra su futuro, ahí está su corazón. Ese lugar de lectura y reflexión era, es, una necesidad saharaui, porque desde que el hombre se dotó de la palabra, tanto como el agua y el pan, necesita la cultura. Para entender al otro y entenderse a través de la palabra. Una necesidad saharaui en la que lo principal es lo que ellos tal vez ni se atrevían a soñar: lugares hermosos en los que sentarse a leer bajo un árbol, en los que reunirse, debatir, descubrir, descubrirse. Todo un tapiz tejido durante años por las bibliotecarias, monitores y constructores saharauis del Bubisher, los actuales, los pasados y los que vendrán, sostenido desde aquí por los que sentimos que es nuestra obligación moral, como pueblo y como personas. Dos reuniones del pueblo, dos corazones pues: el de aquí y el de allí. De nido a corazón, de nidos a corazones.