DE LA MAÑANA A LA NOCHE

Me llamo Bah, tengo 11 años y vivo en uno de los campamentos de refugiados saharauis, en Tinduf, Argelia. Hoy me desperté con los primeros rayos del sol que se colaban por nuestra jaima. Mi madre ya estaba despierta, preparando el desayuno: pan recién hecho y un poco de leche en polvo.

Cuando acabé de desayunar, tomé mi mochila y me fui a la escuela. Está a unos diez minutos caminando, y en el camino me encontré con mis amigos. Nos saludamos con sonrisas y hablamos sobre la clase de hoy. En nuestra escuela de adobe aprendemos de todo: matemáticas, historia y hasta canciones sobre nuestro hogar, el Sáhara Occidental. Nuestra profesora siempre nos dice: «La educación es nuestra arma más fuerte».

Al mediodía, regresé a casa para ayudar a mi madre. Fuimos juntas al centro de distribución a recoger la ración mensual de comida: arroz, lentejas y aceite. Allí, siempre hay caras conocidas; los vecinos se saludan y comparten historias.

Por la tarde fui a la biblioteca, me encanta este lugar, me encantan los libros y los bibliotecarios. Después, aun tuve tiempo para jugar con mis amigos cerca de las jaimas. Organizamos una carrera con nuestras bicicletas viejas, que hemos reparado muchas veces. Aunque no tenemos muchos juguetes, siempre encontramos formas de divertirnos. La verdad es que somos felices.

Cuando el sol comenzó a ocultarse, ayudé a mi abuela a encender el fuego para preparar el té. Mientras el agua hervía, ella nos contó historias sobre nuestra tierra, nuestras dunas y el mar que nunca he visto. «Un día volveremos», me dijo con una mirada llena de esperanza.

Antes de dormir, me senté un rato afuera, bajo el cielo lleno de estrellas. En los campamentos, las noches son tranquilas, y me gusta imaginar cómo será nuestra vida cuando podamos regresar a nuestro verdadero hogar.

Selma Lehbib, bibliotecario Bubisher de Smara

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *