CUENTOS Y CANTOS BAJO LA JAIMA DE ALCOBENDAS.

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 Crónica de Limam Boisha

Aunque los saharauis tenemos fama de no ser puntuales, y quien escribe estas líneas cuenta en su haber la fama de padecer el virus de perdidos, esta vez les aseguro que llegué puntual. A las diez de la mañana ya estaba esperando delante del Centro de Asociaciones de Alcobendas, el lugar donde íbamos a presentar Cuentos y Cantos bajo la jaima saharaui. Mientras tanto, mi compañero y amigo Gabriel Flores (para los amigos Gabo), se las tuvo que ingeniar para dar con la mejor combinación, entre autobuses, metro y  Cercanías,  para llegar con suficiente tiempo a la calle Cáceres número 18, cargado con buena parte del material con el que íbamos a hacer la función.

El espectáculo clausuraba la campaña de recogida de alimentos que la Asociación llevó a cabo durante el mes diciembre y enero. Todo lo recaudado irá en una caravana solidaria a los campamentos de refugiados saharauis.
Los voluntarios de la Asociación llegaron puntuales y con ellos trajeron una jaima en la mochila, como quien dice. Y alfombras, colchonetas y todos los implementos necesarios para hacer el té. Había paquetes de la hoja verde para consumir toda una semana.

La misión de levantar la jaima fue puesta en manos de Vicente, que enseguida se puso a la tarea, aunque no tardó en sumársele el resto del grupo. Que en su mayoría eran mujeres. Aquello no era una tuiza típica, es decir, sólo de mujeres. Esa era sui géneris, porque en ella participamos dos o tres hombres. ¿Qué habría ocurrido si a una de las presentes se le hubiera pasado por la mente lanzar un ovillo o cualquier otro objeto  a alguno de  los hombres que estábamos compartiendo la faena con ellas…?

Olvidado el detalle del rito de la tuiza, entre todos, mujeres y hombres, levantamos en pocos minutos la jaima. No era una clásica hecha de pelo de camello y oveja. Esta estaba hecha de melhfas. Vista de lejos era una auténtica fiesta de colores aquella jaima de Alcobendas. Hermosa y sencilla, levantada sobre una tarima de madera.

Así es la jaima saharaui, se adapta a cualquier lugar y a cualquier circunstancia. Pensando en ello,  vino a mi mente aquella frase de Bruce Lee: Be water, my friend, sé agua, amigo, que popularizó hace unos años, (al menos en España,)  un anuncio publicitario.  No te establezcas en una forma, adáptala y construye la tuya propia, y déjala crecer, sé como el agua. Vacía tu mente, sé amorfo, moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza se convierte en la taza. Si pones agua en una botella se convierte en la botella. Si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o puede chocar. Sé agua, amigo mío.

A las doce y media empezaba el espectáculo. Media hora antes el público fue llegando, poco a poco. Cada persona traía consigo dos kilos de comida y los entregaba en la mesa puesta a la entrada. La sala, que tenía una capacidad para algo más de cien personas, se llenó. Aquello desbordó todas las previsiones de los organizadores. El público asistente era de edades heterogéneas, adultos, jóvenes y niños. Y no sólo era solidario, sino también, como nos demostró durante nuestra actuación, que era muy entusiasta.

Durante el espectáculo, lo que más me sorprendió fue ver que casi todos los niños se quedaron sentados en silencio escuchando el recitado de poesía. En algunos momentos había un silencio impresionante que parecía envolverlos y danzar con la música, con el aroma del incienso, con  el sonido del líquido que caía en los versos o en los vasos y hacía brotar la espuma . En ese momento nadie hubiera dicho que había niños en la sala. Al mismo tiempo, todos imitaron, junto con Gabo, un tren, el trote y el galope de un camello. Rieron y aplaudieron. Pero lo más hermoso y apoteósico ocurrió al final de la función, cuando todos terminaron cantando la canción del Bubisher:

Leid ef leid enloudu el bubisher/“mano con mano, buscando al Bubisher”.
Fi galbi eluajid hua el Bubisher/“en mi corazón solo el bubisher”/.

Amigos de la asociación de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes, habéis sido jaima. La habéis hecho brotar del suelo de madera: bella, imponente en medio del escenario. La habéis moldeado a vuestro gusto. En cualquier lugar que montéis la jaima, ese lugar se convertirá en una jaima.

Gracias Iratxe por toda tu ayuda y también por ser alma bubishera.  Gracias Elena, Vicente, y todos los demás miembros de la Asociación, por acogernos en vuestra jaima y por engrandecer un poco más nuestro modesto espectáculo.

Cuentos y Cantos tiene voluntad de ser una jaima que va recorriendo escuelas, centros culturales, barrios, pueblos, ciudades, países. Nuestro espíritu es el nomadeo y allá donde vamos iremos sembrando versos, cuentos, ritos y música.  Siempre nos acompañará la alegría de los niños corriendo tras los bibliobuses en las wilayas. Los ojos de  más de un peque saharaui absortos leyendo un álbum ilustrado, o  la de lectores adultos recitando un poema o leyendo un libro en la serena paz de los Nidos. Cada presentación es una gota en el río de la difusión. Es la suma de más voluntades y más solidaridad con la cultura saharaui. Ese el espíritu del Bubisher y es nuestro canto.

2 respuestas a CUENTOS Y CANTOS BAJO LA JAIMA DE ALCOBENDAS.

  1. Gracias a vosotros, Limam y Yago, por hacernos disfrutar y conocer un poco más la cultura saharaui y sus tradiciones de una manera tan especial. Ay si me hubiera acordado del ovillo cuando estábamos montando la jaima jejejeje 😉

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