CORAJE

La libertad es la posesión segura de aquellos que tienen el coraje de defenderla. (Pericles)

​Pericles, el cubierto de gloria, también dijo en su Discurso fúnebre, tal y como lo recogió Tucídides, que, puesto que los héroes tienen toda la tierra para su tumba y en tierras lejanas a la suya, en donde la columna con su epitafio lo declara, hay brillante en el pecho de los hombres un grabado no escrito sin una placa que lo preserve, excepto la del corazón.

Los saharauis saben mucho de héroes, el pueblo saharaui está cubierto de gloria y de tumbas, aunque sin epitafios que declaren nada; no es necesario, las placas están grabadas a sangre y fuego en cada uno de los corazones de las nuevas generaciones que saben y conocen su historia y que están prestos a recoger el testigo de la lucha en todos aquellos frentes que consideren oportunos.

Han demostrado en múltiples ocasiones que les sobra coraje para defender esa libertad que se les quiere arrebatar y claro que es una posesión segura, firme e inquebrantable, lo mismo en los territorios ocupados criminalmente por el sátrapa alauita o en el trabajo cotidiano de los saharauis de la diáspora. Ese coraje se manifiesta por igual en la diplomacia de Bruselas defendiendo los recursos propios y sus riquezas naturales como en el trabajo en las calles, duro y manchado de sangre las más de las veces, de los activistas clandestinos en El Aaiún o el Dajla ocupados. Es la misma llama de libertad cuyo fuego está presente en las aulas y en las bibliotecas de los campamentos, en el trabajo de las mujeres. Antorcha de libertad que se va pasando de generación en generación, de coraje en coraje, convencidos de que seguirá viva el tiempo que sea necesario y en el lugar que sea necesario, allí donde esté un saharaui.

En ese mismo Discurso fúnebre, el bueno de Pericles expresaba también que la admiración de las eras actuales y de las que nos sucedan recaerá sobre nosotros, dado que no hemos dejado nuestro poder sin testigos, y lo hemos mostrado mediante numerosas pruebas; y más allá de necesitar a Homero para nuestro panegírico,… hemos obligado a todos los mares y tierras a ser la carretera de nuestro atrevimiento, y en todas partes, ya sea para bien o para mal, hemos dejado monumentos imperecederos a nuestras espaldas.

Nos sirven también estas palabras para referirnos al pueblo saharaui: no nos hace falta ser Homero para escribir ningún panegírico, su historia la están escribiendo ellos mismos, nosotros somos testigos admirados que acompañamos su viaje, somos esa carretera que está viendo pasar el atrevimiento de un pueblo que no se resigna al dictado de los poderosos y que mantiene vivo su coraje para demostrar al mundo entero quiénes son y dónde quieren vivir.

Javier Bonet

 

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