El blanco que, entre otros de sus simbolismos, expresa el de la pureza, sin embargo, no es un color puro, que no existe nada realmente en estado puro, mas no por ello se dejará de seguir teniendo el color blanco como símbolo de la pureza, por más que, siendo acromático, reúna una diversidad de colores, desde el punto de vista de la luz, y más desde el punto de vista de la luz, ¿pura?, del sol del desierto.
Pureza y, también inocencia, que vuelan en alas del bubisher, a pesar de ser negras, algo así como privadas de color, por más que su no-color simbolice, entre otras representaciones, las que me interesa resaltar aquí: la elegancia y la fuerza, con las que el bubisher llega a las wilayas y establece sus nidos, donde refulgen en las miradas, en las sonrisas, en los corazones de los `pequeños asiduos a los nidos, no para coger pajaritos, sino como portadores del blanco que, desde el punto de vista de la psicología inspira creatividad, de la que las niños y adolescentes saharauis, a poco que se les ponga en, situación favorable, andan sobrados; crecimiento, que en ellos progresa emocional e intelectualmente a fuerza de creatividad; apertura, que traza vías para comprensión, entendimiento, sensibilidad en su crecimiento.
A partir del blanco, de aparente pureza, toma forma otra especie de blanco que presenta un cierto grado de adulteración, conocido como blanco roto, matizado por otras tonalidades de color, muy bien aceptado desde el punto de vista de la decoración, sobre todo en el pintado de paredes, por cuanto procura ambientes dotados de calidez y delicadeza, atmósfera que se encargan de proporcionar en las Bibliotecas Bubisher, no sólo las paredes, sino, y sobre todo, las bibliotecarias, sus equipos, los voluntarios, para conseguir los mejores rendimientos culturales a los recursos con los que cuentan, paliando, en la medida de lo posible, el blanco de la creatividad, obra de la imaginación, la fantasía, los juegos, los sueños de sus destinatarios, roto por el gris de una situación vital sumida en la incertidumbre; el marrón de la precariedad, que rompe el blanco del crecimiento; el blanco de la apertura roto por el violeta del olvido.
Y es que el blanco del espíritu de resistencia del pueblo saharaui es un blanco roto por el amarillo de la traición.
Sin dejar de ser, todos ellos, blancos.
Fernando Llorente