BELMONTE

Gonzalo Moure 017

Los que no saben nada (de nada) dicen que Belmonte de Miranda está lejos. Y no: no puede estar más cerca; cerca de sí mismo, el centro del mundo. Poco menos de 2.000 habitantes, cerca ya de un paraíso que se llama Somiedo, naturaleza pura y hermosa.

 
Ahora, además, Belmonte de Miranda es parte del Bubi. El martes 21 de mayo pasamos la mañana con todos sus alumnos, algo más de 40, sus maestros (Carlos, Isabel, Joaquín, Lucía, David, Eva, Myriam, María Jesús e Iván, sobre todo Iván, que fue “el gran culpable de todo esto”), su directora Nuria, y hasta su alcaldesa, Rosa Rodríguez, que estuvo con nosotros las dos horas, encantadora y entusiasta. Y madres, y amigos del Sáhara como Charo y Carlos que tanto hacen por Vacaciones en Paz.

 
Una vez más, nuestro objetivo fue explicar desde la literatura misma la relación tan estrecha que hay (o que debería de haber) entre los libros y la vida. Los niños habían leído mucho sobre el Sáhara, pero también sobre otros mundos, otras realidades. Y a lo largo del precioso encuentro se fueron destejiendo los hilos que llevaban de la vida encontrada en los campamentos hasta las páginas impresas, de vuelta hacia la vida a través del Bubisher, y por fin hasta ellos. Que ya son parte del Bubi porque aportan sus pequeños y grandes esfuerzos para aportar más de 300 euros, que se unirán a los que salgan de un mercadillo este mismo mes. Siempre insistimos en lo mismo: somos muy felices haciendo que la realidad cambie en los campamentos: que tengan libros para emprender su camino lector, que tengan monitores para llevarlos de la mano por los clubes de lectura, por el camino de la lectura. Y sí, ese es (o era) nuestro objetivo inicial. Muchos nos dicen que en España hay ahora tantas necesidades como en el Sáhara, y que por qué no trabajamos aquí. Pues eso es lo que hacemos. Porque los niños de Belmonte saben ahora lo que es compartir desde la emoción, han aprendido el verdadero sentido de la solidaridad. Como los de ya tantos y tantos pueblos y ciudades. Tantos que olvidaríamos la mitad si los citáramos. Sí, el Bubi nació de la idea de un grupo de niños solidarios de un colegio de Marín, y se extiende y crece como crecen las avalanchas por otros colegios e institutos. En todos ellos acabamos cantando juntos “Mano con mano” como en Belmonte. En todos ellos acaba un niño “coronado” con un turbante que es un homenaje a su mente y su corazón, pero también un símbolo de comprensión mutua, de tolerancia.

 
Inolvidable, Belmonte de Miranda. Cerca de los robles y las hayas de Somiedo, de sus osos y sus lagos virginales, pero cerca ya para siempre de la hamada, el peor desierto del mundo en el que, sin embargo, hay lugar para la esperanza.

Una respuesta a BELMONTE

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *