BELLEZA

Las bibliotecas Bubisher son, también, una invitación para un encuentro con la belleza. Que en la aridez extrema de sus ubicaciones, a los Nidos los escolten pequeños jardines, en los que nacen flores, que atraen mariposas, es una prueba de que la belleza quiere formar parte de una obra, que es, además, buena y verdadera. En realidad, todo cuanto sucede en los Nidos del Bubisher es bello, bueno y verdadero, que son los tres atributos de quienes lo hacen posible, desde las bibliotecarias, que las dirigen con sus mejores artes, hasta las niñas, los niños y adolescentes, que participan aplicados y gozosos, pasando por quienes colaboran voluntariamente, animados por un soplo de solidaridad.

Cuando, a veces, se busca la belleza, más que encontrarla, se aparece, compadecida con el deseo de ella que nos embarga, si bien nunca se aparece del todo, siempre se reserva algo para incitar a la búsqueda de más belleza. Se diría que la chica de la foto hurga en los entresijos de su sensibilidad parte de ese algo que se reserva la belleza que se le ofrece, la rodea y casi la llena, con la intención, consciente o no, de añadir belleza a la belleza, y que se le aparezca a otro, por ejemplo, a mí que la miro y veo casi moverse sus manos de artista, que crean belleza a imagen y semejanza de su capacidad de sentir, libremente expresada. Tengo para mí que la chica de la foto, en su actividad creadora es la metáfora de carne latiente de un pueblo, en el que la ética se compadece con la estética, en el que el modo de estar en el mundo, habitado por un espíritu de resistencia, inasequible a la rendición, es imagen de su modo de ser, generoso, hospitalario, pacífico, es decir, bueno y verdadero. Y bello: la chica de la foto aporta su granito de belleza.

Fernando Llorente

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