AZA Y LO ESENCIAL

El superhombre es posible. Nos bastaría con ver como ve un sordo y en oír como oye un ciego. Contaba Oliver Sacks en Un antropólogo en Marte el caso real de un ciego que a los cuarenta años recuperó la vista después de toda una vida en la oscuridad. Y el mundo que vio le pareció peor, más feo y lleno de peligros que el que “veía” en su mente con el oído, el tacto y el bastón. Y no paró hasta que consiguió volver a ser ciego, para poder volver a “ver”.

Ella se llama Azza Mohamed Lamin y es ciega de nacimiento. Se levanta cada mañana en Smara y en su corazón amanece un mundo que nosotros, pobres “normales” no podemos ni soñar. Y en él ha labrado una escalera hacia el cielo. Es la mejor en sus estudios, es incomparable en su alegría contagiosa. Ha contagiado a Mina, una de las bibliotecarias del Bubisher de Smara, que cuando va al instituto 27 de Junio, donde actualmente estudia, la busca de inmediato para ver a través de sus dedos y sus palabras lo que Azza le enseña, las historias fantásticas que su abuela le contó y ella ha llenado de flores y una sabia filosofía en su memoria. Tiene ya 18 años, pero su corazón es niño, y ese niño que ve lo que ni Mina ni nosotros sabemos ver: lo verdaderamente importante. Se lo dijo un zorro al Principito: “solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *