Se diría que no tiene fin la escalada de ignominias, de las que es cabeza visible la parte del gobierno de España y sus beneficiarios, y que preside ese pobre diablo, que es Pedro Sánchez, al que le han ordenado tomar decisiones, que atentan contra el Derecho Internacional y que bendice todo tipo de violación de los Derechos Humanos de las personas y los pueblos.
A la vileza de pretender anular la identidad del pueblo saharaui, fundamentada en su historia y su cultura diferenciadora, y de perpetrar su expulsión a los guetos de la Historia, se acaba de añadir la desaparición de su territorio, borrando del mapa los límites, que lo separan de sus vecinos, y confundiendo a sus legales y legítimos dueños, los saharauis, con quienes han sido desde hace 46 años, son hoy, y serán sus verdugos, hasta que se cumpla lo prescrito por la legalidad internacional en materia de descolonización, mediante la celebración de un referéndum de autodeterminación. Si estas barbaridades no son propias de una banda criminal internacional, de la que EEUU ha nombrado cabecilla-pelele al presidente del Gobierno de España, se le parece mucho.
En estos días pienso, también, en los niños, adolescentes y jóvenes, a los que en el seno de sus familias, en las enseñanzas de las aulas de sus escuelas, y en ese ámbito de libertad personal, que son las bibliotecas bubisher, se alimentan sus espíritus con el sueño de vivir libremente en la tierra, arrebatada, que les pertenece, porque perteneció a sus antepasados. En las bibliotecas Bubisher, más allá de las debidas proclamas de patriotismo en la escuela y de los recuerdos familiares de playas y oasis, espacios donde respirar aire, tan limpio, como propio, los monitores saharauis y los voluntarios extranjeros de las bibliotecas Bubisher, fomentan en niños, adolescentes y jóvenes el ejercicio de la imaginación, que es la plataforma de lanzamiento de un pensar y actuar con esa libertad, con la que sueñan vivir en su tierra. ¿No es un crimen matar ese sueño, cuando se está empezando a soñar?

Fernando Llorente

JÓVENES SAHARAUIS DEL ALMA

Desde la arena extraña
que ha sido vuestra cuna
reclamáis a los vientos
que mitiguen su furia,
que pacten con el trueno,
la lluvia y la borrasca

límpidas alboradas
sin miedos ni amenazas,
que el combate más duro
lo libre la palabra,
sin cadenas, sin yugos,
palabra simple, clara.

Jóvenes saharauis.
Saharauis del alma.

Eleváis la mirada
a la luz de esa estrella
que avive los rescoldos
de la soñada hoguera
que duerme en vuestros ojos,
apaciguadas brasas.

Alzáis voces saladas
que escuezan en la herida
viva: que no se encalle
la piel de la justicia,
que por sus poros mane
la brisa de la playa.

Jóvenes saharauis.
Saharauis del alma.

(De libro “De verso y piedra”)