Hace trece años que escritores, bibliotecarios, editores y gente que lucha por la cultura, nos pusimos en marcha para que los saharauis pudieran empezar a levantar la bandera de los libros en un exilio sin ellos. Lo decidimos porque amamos la Nave Madre, la biblioteca, el hogar de todas las formas activas y pasivas de la cultura. En España, en la última década, ha disminuido el número de bibliotecas públicas, con la excusa de la austeridad y los recortes, poniendo al descubierto la escasa valoración que algunos políticos (no todos) tienen de la cultura. Y lo hemos conseguido, aunque solo en el 80 % de los campamentos. Nos queda uno, el de El Aaiun, donde pronto habrá, al menos, un bibliobús, cuando las circunstancias lo permitan. Ahora el 80 por ciento de los saharauis refugiados en Tiunduf tienen cerca de su casa una biblioteca. Y cada vez que se abre la puerta, cada mañana, se enciende una lucecita en cien rincones de España donde alguien lo ha hecho posible comprando un libro o haciéndose socio del Bubisher.

Mañana nos sentiremos, los de aquí y los de allí, felices por el Día Internacional de las Bibliotecas, pero infelices porque aún no hemos completado la obra. Llegará el día, con tu ayuda, mano con mano.

Por cierto, estaremos, aunque sea brevemente, en un gran reportaje de “Las mañanas de RNE, de Pepa Fernández”, sobre las once menos cuarto, y seremos una pequeña parte del gran ejército de amantes de la cultura, amantes y tripulantes de la gran Nave Madre de la cultura.