Laura está en su habitación ordenando todo para mañana: cuadernos, libros, estuche, uniforme… Quique, su hermano pequeño, la observa con curiosidad desde sus escasos tres años a la par que pinta un caracol de colores en un folio que ha distraído a sus hermana. De fondo, en la cocina, se oyen las quejas de sus padres de lo caro que vienen los libros este año mientras la televisión vomita anuncios de securitasdirect antes de que unos señores compitan por ver quién chilla más alto.
En el libro de sociales que está forrando Laura aparece una foto del desierto y la niña no puede evitar acordarse de Lalti, con la que ha pasado estos dos meses. Seguro que ella también está deseando que empiece el nuevo curso, ver a sus amigas, jugar con ellas y contarles todo lo que ha vivido este verano en Cantabria, sus tardes en la playa, sus excursiones, las amigas nuevas que ha hecho, todo el español que ha aprendido, las hamburguesas tan ricas que ha comido…
Laura no lo ha visto, pero en ese mismo libro de Sociales, en la página anterior hay una entrada sobre la ONU y la descolonización. Tal vez ni Laura ni sus compañeros de clase lleguen a dar ese tema, pero Lalti conoce bien de qué va eso, aunque no venga en su libro de Sociales, entre otras cosas porque no tiene libro de Sociales. Lalti volverá a su escuela, seguramente no esté la maestra del año pasado, la que tanto le gustaba, le han dicho que se ha ido a trabajar a España. Tampoco podrá usar el ordenador con el que tanto ha aprendido este verano, ni podrá seguir practicando balonmano, un deporte que desconocía y que le ha encantado cuando ha jugado con Laura y sus amigas; incluso participó en un torneo en la playa, quedaron las últimas, pero porque eran las más pequeñas, y se lo pasaron en grande.
Lalti se apresura para llegar a tiempo a la escuela, que le queda un poco lejos, con sus dos hermanos pequeños que le dan mucha guerra por el camino y no le hacen todo el caso que le gustaría. Va pensando en Laura que seguramente todavía estará en la cama, le da tiempo de llegar al cole porque vive muy cerca. Han quedado en escribirse todas las semanas por whatsapp y acabar juntas el cuento que comenzaron en verano: Laura se encarga del texto con ayuda de una profesora y Lalti hará las ilustraciones, con la ayuda de una bibliotecaria del bubisher que pinta muy bien. No tienen muy claro todavía el final del cuento aunque saben que hablará de amistad, de justicia y de solidaridad. Piensan tenerlo acabado para el verano próximo, harán muchas copias y lo venderán en los mercadillos de Santander.
Todavía no han decidido qué hacer con lo que ganen, ya lo pensarán, aunque seguro que será para los campamentos.
Javier Bonet