AMARILLO

Amarillo es el color del origen -de la yema del huevo, del amanecer de los días y de los olvidados trigos de la infancia-, el del trascurso de la vida -de la alegría y de la envidia, de la dulce miel de las abejas y de la amarga hiel de los hombres- y el del final -los largos ocasos, el apagado rostro de la enfermedad y la muerte. Amarillo es el inmenso color del sol que enciende el infinito desierto en la tierra. Es, por tanto, el regalo de la luz y el dolor que ciega tantas miradas sin posibilidad de cobijo ni sombras.

Pero hay palabras que contienen dentro otras palabras. Otras palabras que, apenas sin darnos cuenta, les añaden otros significados. Se nos filtran en la piel con solo nombrarlas, con solo oírlas o leerlas en los libros de nunca acabar. En la palabra Amarillo está el Mar como en el desierto está siempre presente el lejano susurro de sus olas. En la palabra Amarillo está escondida la Orilla a la que ansía volver todo un pueblo expulsado de su tierra. En la palabra Amarillo se oculta la Rama de olivo que este pueblo ofrece a los hombres y mujeres de buena voluntad. En la palabra Amarillo suena la Rima secreta de las voces que, lanzadas al aire, claman justicia a los oídos sordos del mundo. En la palabra Amarillo brilla Amar, la palabra más luminosa que se puede leer en las luminosas bibliotecas del Sahara.

Marcelo Matas de Álvaro

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *