ALZANDO EL VUELO

El pájaro que lleva las buenas nuevas a los campamentos de refugiados saharauis ha sentado sus reales, también, en la wilaya El Aaiún. Era la que le faltaba para trenzar en él un nuevo nido con los mimbres del entusiasmo, el trabajo y colaboración de tantos que creen que volar sin despegar los pies del suelo es la mejor forma de estar en el mundo caminando con paso firme y la vista alta. Ya, en las otras cuatro bibliotecas, se vienen llevando a cabo prácticas de vuelo por quienes se forman -niños, adolescentes, jóvenes- para una vida en la libertad de sus espíritus, hasta romper los cercos que tienen confinados sus cuerpos. Tan pronto como, en el nuevo nido, el bubisher ha desplegado sus alas, sus destinatarios han acudido a su reclamo, para ampliar el curso académico, recientemente comenzado, en un nuevo espacio de libertad para su formación, complementaria a la recibida en las aulas de las escuelas, a la que enriquece, apelando a las capacidades creativas de cuantos quieran aprender a volar seguros. Allí se encuentran las alas que ellos mismos se pondrán, leyendo, dibujando, representando, escribiendo, dialogando…, bajo la supervisión, por delegación del pájaro bueno, de las bibliotecarias que, con dedicación y buen hacer vigilan que los vuelos sean seguros, para que un día sean ellos quienes se dirijan a sí mismos, con la confianza que les proporcionará el tener bien dispuestos sus motores intelectual y emocional.

La poeta Emily Dickinson escribe que “para dejarnos llevar a tierras lejanas no hay mejor fragata que un libro”. Donde la poeta dice fragata, digamos pájaro, y llamémosle Bubisher. Y las tierras lejanas a las que quieren volar son su propia tierra -tan lejos, tan cerca-, al otro lado de un muro que la divide de Norte a Sur, y separa las familias. Y, sí, dispuesto, con todos los motores en marcha, el pájaro les elevará por encima del muro, esa forma de derribarlo, invitándoles a bordo de un libro con las alas de papel policromado.

El Bubisher alza el vuelo en El Aaiún, y con él cuantos se pongan bajo sus alas.

Fernando Llorente

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