Si la cultura es un derecho universal del que nadie debería ser apartado, la vida digna es un bien supremo que ninguna persona , sea cual sea su condición social o política, debería pisotear, aplastar, aniquilar.
Nuestra condición de humanos se viene abajo cuando la tiranía impone sus criterios y de un zarpazo elimina el futuro de un joven, sumiendo en un dolor profundo a su familia.
Nuestra historia se tiñe de negro cuando se niega el asilo a quien es condenado en su tierra por quien un día la invadió. Su delito, luchar por la libertad. La pena impuesta, cadena perpetua.
Hoy, dos jóvenes saharauis: Mohamed Lamin, asesinado por colonos marroquíes y Hassanna Aalia, que sigue luchando para que el Gobierno de España le conceda asilo político, no pueden ser solo tinta en los periódicos. Porque si sus nombres no nos mueven a gritar ¡basta ya! todos seremos parte del fracaso colectivo del ser humano.
Desde el proyecto Bubisher, queremos unirnos en un abrazo con los padres de Mohamed Lamin y enviarle nuestro apoyo a Hassanna.
Por ellos, y por todos los que luchan y mueren por la libertad, hacemos propias las palabras de Blas de Otero:
Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.
El grito colectivo de repulsa de quienes aún creen, piensan y luchan por conseguir un mundo más justo, debe unirse en una sola voz, amplificarse en los oídos de los que siempre miran hacia otro lado.