Fadala había nacido en la Hamada, en los Campamentos de Refugiados de Argelia. Su padre era ciudadano español de la provincia del. SAHARA.
Las dunas eran sus amigas. Su juego favorito era subir y bajar por ellas, como si de un tobogán se tratara.
Fadala era de color arena, sus ojos negros de azabache y tan profundos como de aire.
Durante años tuvimos la suerte de compartir con ella los veranos mejores. Ella nos enseñó a disfrutar de la belleza de las flores, del frescor del agua, de las comodidades más vulgares.
Nos enseñó a valorar una pelota, una colchoneta una bicicleta.
Ella nunca pedía nada, ella lo daba todo, su amor a los demás su solidaridad, su amor a los abuelos, el amor con que hablaba de sus padres de sus hermanas y hermanos de sus sobrinos de sus vecinos de su maestra, eso nos hizo conocerla mejor y desear ir a visitarla a los campamentos. (en febrero del 2018 cumplimos la promesa)
Su vida estaba llena de amor, de seres queridos, y aunque disfrutaba de todo lo que le ofrecía este mundo nuevo para ella, sin embargo el deseo de volver con su familia a la Hamada a su campamento de Smara, a su casa, era mucho mayor.
M José Irigaray