El día de la paz tuvo este año un significado muy especial para el
Bubisher y para el colegio público de Jarrio, Coaña, en Asturias. Porque
aunque en forma de vídeo y fotos, el bibliobús-pájaro-de-la-buena-suerte
se posaba en su biblioteca de la mano de Gonzalo Moure. Ya había estado en
años anteriores para hablar de alguno de sus libros con los alumnos, pero
esta vez era para hablar del derecho a la lectura de todos: niños
asturianos y niños saharauis, en pie de igualdad.

El encuentro fue posible gracias a María José Freitas, todos sus
compañeros maestros, su directora y su conserje, que fue quien instaló la
exposición itinerante preparada por la comisión de márketing del Bubisher.
Los alumnos de 4º, 5º y 6º vieron primero el vídeo «Así ven los niños
saharauis el Bubisher», aprendieron y corearon la canción «Mano con mano»
(que desde entonces es la «canción del invierno» del colegio, y luego hubo
una larga y jugosa charla.

Es siempre sorprendente, por más veces que hayamos asistido a algo así, la
madurez, la curiosidad, la solidaridad de los chavales de primaria. No
quedó apenas nada sin explicar, y así pudieron conocer al detalle el
funcionamiento del proyecto, la acogida que tienen los mismos libros que
leen ellos entre los escolares del Sáhara, y hasta el mismo problema que
los retiene en campos de refugiados en el exilio argelino.
Por supuesto, hubo un antes y un después. Antes, porque el profesorado
había explicado muchas de las cosas que luego hablamos, porque los paneles
de la exposición forman ya una historia muy completa del Bubisher y del
Sáhara. Y después, porque allí quedó una caja de ejemplares de Ritos de
jaima para los padres y maestros que lo quieran comprar y así contribuir
al mantenimiento y crecimiento del proyecto, así como algunos otros libros
de diversos autores, y trescientos marcapáginas para que los alumnos que
quieran ser así voluntarios del Bubisher los vendan entre sus amigos y
familiares.

Será un pequeño poco, sin duda, tanto en recaudación como en llamada de
atención sobre la situación de los refugiados saharauis, pero no será nada
pequeño el efecto. Porque los alumnos del Darío Freán de Jarrio
comprendieron perfectamente que no se trata de caridad, sino de
solidaridad, que lo que pueden hacer no es dar lo que les sobra, sino
compartir lo que a todos nos es necesario, sin fronteras ni complejo
alguno de superioridad.

En el Bubisher preferimos ir haciendo el camino así, con estos pequeños
pocos, mejor que con subvenciones estatales, muchas veces sospechosas.
Mantener así el proyecto, con la ayuda de una cadena de chicos y chicas
que arranca en el colegio San Narciso de Marín y que esperamos que no
acabe nunca, es un auténtico orgullo. Pasarán los años, pero los escolares
de Jarrio recordarán siempre que fueron voluntarios de un proyecto que
lleva el nombre del pájaro de la suerte del desierto.