23 de abril de 2023

 

(Con permiso, y con el perdón,

de Agustín García Calvo)

 

LIBRO, te quiero                        LIBRE te quiero
como niño que brinca                 como biblio preñada
de daira en daira,                       de primavera,
pero no mío.                               pero no mío.

FUERTE te quiero                      ALEGRE te quiero
como viento que levanta            como bubisher que al cielo
dunas y jaimas,                          se despereza,
pero no mío.                               pero no mío.

BLANCO te quiero                    Pero no mío,
como camella blanca                 ni de ellos. Ni de nadie,
sobre la arena,                           solo saharaui.
pero no mío.

Javier Bonet

Los científicos no se ponen muy de acuerdo, pero hay en el mundo entre dos y diez millones de especies vivas. Y solo hay una, entre tantas, capaz de interpretar estos pequeños signos que se llaman letras y palabras. Solo nosotros. No es difícil pensar que la naturaleza nos ha dado ese privilegio por algo, para algo. Para leer y escribir, porque la lectura y la escritura transforman el mundo, y aunque hayamos cometido muchos errores, aún podemos hacerlo mejor leyendo el pasado y el presente y escribiendo el futuro.

Gonzalo Moure

– Chicos, nos ha puesto un was el director de Instituto Cervantes -comunicó la directora de la biblioteca a los lectores presentes.

– ¿Y qué dice, nos felicita por el día, pide perdón, da las gracias? -preguntó un niño, el más avispado entre los avispados, todos.

– No, nada de eso, nos acusa de que le estamos haciendo competencia desleal.

Las carcajadas se oyeron en todas las dairas de todas las wilayas.

Y siguieron leyendo.

Fernando Llorente

Todo niño, sin distinción de raza, idioma o religión, tiene derecho a escuchar los cuentos más hermosos de todas las tradiciones orales de los pueblos, especialmente aquellos que estimulen su imaginación y su capacidad crítica.

Todo niño tiene derecho de gozar en plenitud de las fábulas, mitos y leyendas de la tradición oral de su país.

Candi Santiago

Hoy celebramos el día del libro, regalando y recibiendo libros y hasta rosas. En medio de la hamada donde no florecen las plantas, pero sí las personas, florecen hoy también los libros y las bibliotecas en las que celebrar un día más que leer les hará libres.

 Alba Bolado

«Pies para qué os quiero, si tengo alas para volar” escribió Frida Kahlo cuando ya no podía andar; así explicaba ella ese potencial inmenso que sentía en su interior, que le daba la posibilidad de despegar desde lo terrenal y volar sin límites, de imaginar y sentirse libre, de sobreponerse a las adversidades y valorar lo que tenía por encima de lo que le faltaba, porque con la imaginación se es capaz de todo. Y en este día, todo ese sentir de  Frida me traslada hasta los niños y niñas de los campamentos. Ojalá alrededor de ellos y de ellas nunca falten libros ni cuentos, así mientras los leen habrá ojitos que digan “Pies para qué los quiero, si tengo libros para volar”

Koro Azkona

Siete de la mañana. Viajo en el metro de Madrid. En mi vagón una mujer de mediana edad lee un libro. Sus manos endurecidas y ajadas por el trabajo pasan las páginas con cuidadosa delicadeza. Entra un joven con su guitarra y una canción «Aunque tú no lo sepas, siempre serás mía». La mujer obsequia al joven con una gran sonrisa y una pequeña moneda. Y sigue leyendo su libro.

Emilio Sánchez

Hoy y todos los días movamos los horizontes de los niños y niñas saharauis con libros.

Mónica Rodríguez

LIBRE

Tiene apenas 8 años y aunque va

contenta al bubisher

piensa que tras la hamada está su hogar, su daira y su ciudad

Sabe que el muro de arena caerá y un día verá el mar

porque ningún muro detendrá sus ansias de volar.

Libros,                                

son mis alas preferidas. Tengo libros. Sé leer.

Libros,

Y con ellos me parezco día a día al bubisher.

Libros,

dadnos libros, que los niños saharauis leerán.

Unidos andarán detrás de la verdad.

Y sabrán lo que es al fin la libertad.

Jose Manuel Calzada

Cómo no deslumbrarse cuando al abrir una página de repente estás en medio de una soledad azul turquesa donde sólo existe una barca con un viejo salao peleando a muerte con un enorme tiburón. O cómo no reírse cuando abres otra puerta de poesía, música o humor o las tres cosas a la vez y das de bruces con una Mulata: Yo ya me enteré, mulata/mulata, ya sé que dise/que yo tengo la narise/como nudo de cobbata/. Y tantas y tantas historias memorables que te provocan truenos y relámpagos o te serenan mostrándote una belleza desconocida. Y tantas y tantas historias. Ese poder, esa magia tiene un nombre: los libros.  

Liman Boisha

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