Todos los años lo mismo, que si el día de la infancia, que si el día de los derechos de los niños y niñas y bla, bla, bla. Pero en nuestro pueblo ya son tres las generaciones de niños y niñas que hemos nacido en campos de refugiados. Muchos de esos niños son hoy jóvenes que están librando una guerra silenciada por quienes llenan la boca con los derechos de la infancia. Muchas de esas niñas son madres de familia que nos cuidan y nos protegen, pero que no pueden ofrecernos el futuro que, según dicen los grandes organismos mundiales, nos merecemos. Demasiadas palabras rimbombantes y huecas, demasiados lemas clamando por nuestros derechos. Pero no solo nosotros, millones de niños y niñas en el mundo carecen de lo más elemental.

Por eso hoy, en las bibliotecas Bubisher y con esa sonrisa que dicen que nos caracteriza a las niñas y niños saharauis, alzamos nuestra voz para pedir lo que nos han negado desde la cuna: Justicia internacional, retorno a la tierra que arrebataron a nuestros abuelos y abuelas y paz para construir un futuro próspero.

También hemos asistido a una charla coloquio muy interesante en la que nos han hablado de los Derechos Humanos y de la necesidad de aunar fuerzas para que, lo que hoy es una utopía, sea algún día una realidad.