
Aprovechando los puentes de diciembre, amigas y conocidas han viajado a los campamentos de personas refugiadas saharauis y traído con ellas nuevos presentes gráficos. A los que no hemos ido, nos corresponde ver las fotos, siempre iguales y siempre distintas. Y es que las imágenes no son solo un testimonio, sino también un elemento e instrumento para la reflexión.
Miro y veo una fotografía reciente de la biblioteca de Smara, en la que aparecen mujeres saharauis ataviadas con sus melfas de vivos colores. Es y no es una foto más, porque es un presente precioso, un reflejo vivo de la normalidad con que las mujeres saharauis ocupan una biblioteca… Todo lo “normal” que puede ser una bilioteca en el desierto de los desiertos.
Cualquier imagen que se recibe de cualquiera de las bibliotecas del desierto —de los Nidos del Bubisher—, toda imagen de cada charla, de cada curso, de cada actividad, es una prueba de firmeza y dignidad.
Te invito a tí, amigo o amiga lectora, a que fijes los ojos en las fotos traídas o enviadas desde allí y escuches el silencio de cada imagen. Cada foto nos da un testimonio presente de los y las saharauis, pero también una aviso, una reivindicación: «Aquí estamos todavía, en los campamentos de Tinduf; no necesitamos una autonomía impuesta, sino la autodeterminación».
En esta decisiva coyuntura política, me permito subrayar que los saharauis han estado durante medio siglo luchando, están luchando hoy y seguirán luchando mañana, y que nos hablan a través de mudas fotografías. Las fotos nos invitan a reflexionar sobre la identidad y la paciencia de los saharauis, pero también nos impelen a multiplicar nuestro compromiso por la justa causa saharaui, un compromiso incondicional y libre de paternalismos. Como suscribe Tateh Lehbib, el “loco del desierto”: “Adelante, hacia un Sahara Libre”.
Josu Jimenez Maia. Poeta






