PÁJAROS EN LA CABEZA

Escribir es un acto tan humano, tan nuevo en la historia de la humanidad, que a mí me parece un acto de auténtico amor.

Kaltum, traza  con tanto cuidado y esmero las letras de ese  alfabeto tan bello como difícil, que tanto esfuerzo le cuesta pero que tanto le gusta. Es en ese jardín de la biblioteca del Bubisher donde busca refugio y se aísla del siroco que azota la jaima y del calor del desierto que amenaza en gran parte del año, es donde escribe mientras sueña, luego escribe y vuelve a soñar.

Su lápiz es pequeño, casi cuesta cogerlo, su concentración es máxima y el pájaro Bubisher, le revolotea por su cabeza.

Son las historias leídas, las leyendas oídas, de su abuela, las que la inspiran.

Escribe para aprender, sabe que requiere esfuerzo. Escribe para dejar huella, sabe que su pueblo lo precisa. Escribe para recordar, frente a la tradición oral de su pueblo. No quiere que nada pueda acabar con su esencia con su identidad.

Escribe para contar al mundo su odisea.

Kaltum, no escribía para sentirse libre, pero sí se sentía libre cuando lo hacía.

Dejar rastro escrito, dejar esas marcas reconocibles por la comunidad alfabetizada la empoderaba, le hacía sentir algo grande, una privilegiada.

Ya imagina la sonrisa que pondrá su abuelo  cuando sepa que sabe leer y escribir el hassanía.

Y mientras escribe espera la lluvia.

M José Irigaray

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