En alguno de sus escritos, George Orwell dijo, que quien controla el presente, controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro. Por eso, esta foto (al igual que muchas que se han publicado en este blog, cada una con sus comentarios y reflexiones), no solo es una foto. Es mucho más.

Esta instantánea es mucho más que una muchacha risueña sujetando con su mano derecha un reloj de papel con panza y ojos de rana y con su izquierda un libro infantil. Un libro viajero que ha ido pasando de un lugar a otro y de una lengua a otra: del portugués al castellano.

Con el entusiasmo que trasmite nuestra protagonista, no me extraña que además de prestar el libro en la biblioteca, al regresar con su familia pueda descifrar su texto a algún hermano, sobrina, primo o vecina.

¿Qué diría Joâo Pedro Mésseder, de saber que su libro está siendo leído y quizás traducido al hasanía, por una refugiada en medio de la hamada?

–¿Cuántos meses tiene un año? –Doce meses, ¿quieres más? –Quisiera tener los doce y otro para descansar. Dialogan y juegan los personajes de El tiempo vuela sobre el discurrir del tiempo. También nosotros podemos jugar y preguntarnos si este reloj que sostiene la muchacha fuera un libro, ¿qué historias nos contaría? Y si el libro fuera un reloj ¿serviría para colocarlo en la muñeca? ¿serviría para medir el tiempo? Quién sabe.
En las bibliotecas del Bubisher todo es posible.

La narrativa es el único barco que nos permite navegar por el río del tiempo, nos asegura Ursula K. Le Guin. Así es, porque todo lo que imaginamos y luego creamos, sea una novela, un poema, una canción o una foto son parte de nuestro presente, pasado y futuro.

Las fotografías del primer Bibliobús saliendo del parque de El Retiro de Madrid, allá por el otoño de 2008 y la de esta joven usuaria del Bubisher son parte de nuestro presente, pasado y futuro.

Y todo parece que fue ayer.

Liman Boisha