Quizá en el sueño de volar se resuman todos los sueños que aletean por los cielos del corazón humano y se agitan en las profundidades de sus entrañas. El sueño de volar es el vuelo de los sueños, que se sueñan despiertos. El sueño de volar es el sueño que se vuela con las alas de la imaginación. El sueño de volar es el sueño de la libertad.
Entre la población refugiada saharaui es recurrente el sueño de libertad, por más que, después de 50 años de refugio, la imaginación vuele a ras de tierra. Pero, un día, sobrevolando la hammada, dos pájaros de una especie compasiva, desde lo alto divisaron movimiento de personas en espacios vitales limitados. Suspendido su vuelo en el aire, se miraron, se entendieron y, sin decirse ni pío, descendieron para ver a aquellas gentes de cerca. Con los primeros que se encontraron fueron niñas y niños, en cuyos rostros se puso una sonrisa, expresión de la alegría que les temblaba dentro, pues habían oído hablar muy bien de ellos, pero no supieron cómo eran hasta ese momento, ya que no volaban con frecuencia hasta allí. Enseguida se estableció entre ellos un sentimiento de simpatía tal, que los dos pájaros se miraron, se entendieron y, sin decirse ni pío, decidieron quedarse allí, y allí construir sus nidos, a los que estarían invitados cuantos quisieran aprender a hacer realidad el sueño de volar.
Una vez instalados en nidos, tan distintos a los de siempre, también ellos se transformaron de acuerdo con el objetivo de su estancia en ellos, y se hicieron libro con alas policromadas, con las que niñas y niños volarían libremente por espacios también soñados. Como quiera que el número de soñadores en vuelo, aumentó con rapidez, necesitaron ayuda para dirigir los vuelos, y no tardaron en tenerla, pues quienes acudieron compartían el mismo sueño.
Pasó el tiempo, no mucho, y los pájaros volvieron a su ser, se miraron, se entendieron y, sin decir ni pío, alzaron el vuelo. Desde lo alto, suspendido su vuelo en el aire. miraron hacia abajo y se felicitaron por la obra buena, bien hecha. La habían dejado en buenas manos. Nadie interrumpiría los sueños de volar.
Fernando Llorente