El Bubisher es esto:

Lluvia
Ruth, Ana Julia y Ricardo viajaron para, tranquilamente, organizar la biblioteca de Bojador, revisarlo todo en las otras dos, y para seleccionar personal nuevo para Smara y Ausserd.
Inés, una vez más, viajó unas semanas antes para trabajar en una película.
Pero luego diluvió, y el armazón de los campamentos se ha venido abajo. 90.000 personas directamente afectadas. Más de 2.000 casas de adobe derruídas. Y las que quedan en pie no estarán seguras cuando el sol seque y agriete las paredes.
Así, su trabajo no era posible. Ahora ha sido necesario remangarse los pantalones y poner a salvo libros y ordenadores. Porque el agua ha entrado gravemente en Smara, y en menor medida en las otras dos bibliotecas.
Los saharauis muchas veces nos desesperan, porque no tienen el mismo ritmo vital que los occidentales. Pero ahora cualquiera puede dudar. Porque lo que para nosotros sería una tragedia, la pérdida de todas nuestras posesiones, para ellos es relativa. Porque valoran más lo humano que nosotros. Si ellos están bien, si la familia está bien, los vecinos están bien, todo está bien.
Eso que aprendemos.
Y más que nunca, el Bubisher es necesario, porque cuando pase el naufragio, ahí estarán los bibliotecarios y monitores para ofrecer una balsa de cultura y bienestar a los náufragos. Ellos, los saharauis, porque nosotros solo podemos ayudar.
Nos cuesta mucho, es un gran esfuerzo, pero más que nunca merece la pena todo. Como les merece a Ruth, Ana Julia, Ricardo, Inés. Hemos tenido la suerte de que estuvieran allí para dar y recibir, para enseñar y para aprender. Si ellos estaban, nosotros estábamos.
Como dice Limam Boisha, “cuando vuelvas no te preguntaré qué traes, sino qué has aprendido”. Mucho, seguro.

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