Hoy nos cuenta sus vivencias en el Bubisher, Ahmed Mahmud, bibliotecario de Auserd
Para mí, el bubisher tenía un solo significado, el nombre de un pajarito tradicional en mi pueblo; no sabía que existiera un proyecto en los campamentos de refugiados que también se llamaba así.
Un día, por casualidad, me reuní con Saleh Náafe, director del Archivo Nacional, y él me contó que en Smara había una biblioteca y me habló del trabajo que se hacía y de los objetivos que se habían marcado: animación a la lectura y escritura, enseñanza del español, que es la segunda lengua del pueblo saharaui, etc.
Tres días más tarde fui a visitar aquella biblioteca de Smara, de la que me había hablado Saleh y me encontré con Fanna, a la que conocía porque habíamos sido compañeros en la universidad de Orán. Nos sentamos juntos y hablamos mucho del trabajo. Cuando salí de la biblioteca, ya había decidido que trabajaría como voluntario, porque tenía suficiente experiencia bibliotecaria y porque me había encantado el proyecto.
Trabajé como voluntario tres meses y aprendí muchas cosas que desconocía, como el manejo del programa de gestión bibliotecaria, Abies, el significado de la CDU…y sobre todo cómo tratar a los niños, porque, aunque mi nivel de español no era muy alto, la fuerza y las ganas lo hicieron todo.
En el mes 12, llegaron dos personas a las que no había visto nunca. Él era un hombre alto de barba y pelo blanco: Gonzalo Moure, por entonces Presidente y ahora Vicepresidente de la Asociación Bubisher, al que le mando todos mis respetos, y una mujer de amplia sonrisa llamada Palma que era la coordinadora y a la que yo también le regalo nuestra sonrisa.
No hubo mucho tiempo para trabajar juntos, pero antes de marcharse, hicieron una reunión y decidieron que yo fuera trabajador oficial del Bubisher junto a mis compañeros Larosi, Fanna, Fatimetu, Kabara y Hassanna.
En el año 2013 me trasladé a trabajar a la biblioteca de Auserd, porque es donde vive mi familia. Allí conocí a Alghailani y fue un magnífico encuentro, porque realmente conocí a un hombre bueno: buen amigo, buen maestro, buen hermano y de una ética intachable.
A través de todos estos pasos, he aprendido a ser un buen bubishero.
Doy muchas gracias a todas y a cada una de las personas españolas y saharauis que forman el equipo Bubisher
Ahmed Mahmud
Una respuesta a Así conocí el proyecto Bubisher