SONRISA DE COLORES


No sabemos cómo se juega en ese juego de colores. Quizá consiste en ir llenando cada pajita con el aro de cartulina que, según el color, le corresponde. El naranja con el naranja, el rojo con el rojo, el verde con el verde, el azul con el azul y el negro con el negro. También puede ser que con la pajita de plástico se juegue a pescar los aros de cartulina, como se pescan en el río o en el mar los peces de colores. Incluso podemos imaginar que se trata de ir construyendo velas cada vez más altas para iluminar con colores el oscuro cielo de la noche.

Lo que sí sabemos es que los aros, los peces o las velas imaginadas alumbran la sonrisa de la niña que juega. Surge ese momento único en el que de pronto aparece la maravilla de un mundo lleno de colores. Es un instante pasajero, fugaz, pero que se vuelve infinito en la alegría de la niña concentrada en ese presente de siempre jamás. Una alegría contagiosa, como puede apreciarse en su misma camiseta que, milagrosamente, también ha empezado a sonreír. Y en nuestra propia cara -en la tuya y en la mía-, que no puede dejar de mirarla, absorta, iluminada con una sonrisa de colores.

Marcelo Matas de Álvaro

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