VACACIONES EN LA HAMMADA

 

Sin propiciar un techo protector,

cerradas bibliotecas y escuelas.

Bibliobuses, parados los motores,

no trasladan a las dairas sorpresas.

Suspendidos sus vuelos, el bubisher

No lleva a las jaimas buenas nuevas.

Personas refugiadas saharauis

sobreviven bajo un sol sin clemencia,

que incendia el aire que respiran

en un desierto de polvo y piedra.

Sin libros que leer en compañía,

sin otra actividad que la espera

de que el atardecer traiga alivio

cuando el sol apacigüe su fiereza,

las vacaciones pueden tomar forma

de una compartida bicicleta,

testimonio de otras vacaciones,

vividas más allá de sus fronteras.

 

Fernando Llorente

 

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