EL 2 ES UN PÁJARO

Uno y uno son dos. Nos gusta el dos, porque es donde empieza el plural, que no es otra cosa que el inicio del equipo. La posibilidad de construir juntos empieza con este número. El uno está bien, representa la identidad, lo que uno es. Pero el dos… A partir del dos se forjan las cosas importantes, como jugar o hablar.

Jugar solo es un rollo, porque no hay sorpresa. Uno ya sabe lo que va a hacer uno mismo. Se necesitan dos para un escondite, un pilla pilla, un parchís. Pero el dos permite la risa, la emoción y sobre todo compartir la vivencia.

Al igual que jugar solo, hablar solo tampoco tiene gracia. Se necesitan dos: uno da y otro recibe. En esa comunicación se basa una pintura, una coreografía, una canción, un libro. El que da ofrece su mundo inventado con sus emociones. Al que lee se le invita a pasar a una ficción que es de uno, pero, al compartirla, se vuelve de los dos.

Pero imaginad que duplicamos el emisor y de repente tenemos el doble de manos, de mentes, de corazones, de imaginarios, de ganas para crear un mundo que compartir con otros. El plural se hace poderoso porque se basa en sumar, en aunar, que no es otra cosa que juntar “unos” para lograr un fin, una meta, llegar juntos a un sitio, porque llegar solo es un rollo y, además, es más difícil. El camino, entre dos (o más, cualquier plural nos vale), es menos largo, más llevadero. Y resistimos mejor los avatares, los tropiezos, los desalientos. Y disfrutamos más los triunfos, las metas, los pasos hacia adelante.

El dos, además, tiene forma de pájaro porque lleva implícito un propósito de colaboración, un proyecto que transforma lo que existe, y para eso hace falta tener o fabricarse unas alas, aligerarse los huesos, reunir el valor para saltar al vacío y volar.

En ese vuelo, en el vuelo de la transformación y de la lucha por un mundo más justo, seguro que te encuentras al Bubisher, ese pájaro chiquito que en mitad del desierto lleva libros en el pico, palabras en las alas y amor, cómo no, en el corazón.

Pero en realidad no es un pájaro. Ya hemos dicho que un pájaro solo no llega muy lejos. Son dos. O veinte. O doscientos. O dos mil.

Y es que el dos tiene forma de pájaro, pero además tiene una increíble capacidad de multiplicación.

Por eso concluimos que el dos es un número magia

es un número anzuelo

es un número llave

es un número pájaro

es un número fértil

 

es un bubisher

 

que cruza el desierto en fulgurante vuelo

allí donde un niño levanta la mano

y pide la palabra.

 

Ana Rojas y Pablo Escribano

 

 

 

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