
“Hagamos un trato, compañera, usted sabe que puede contar conmigo, no hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo”. (Benedetti)
Hay pactos de sangre, bilaterales, de palabra, de la Moncloa, amistosos, salomónicos y secretos, pero no me dirán ustedes que puede haber pacto más bonito que el Pacto de la Pizarra que podemos ver en la imagen.
Hay tratos abusivos, afectuosos, cordiales, desiguales, distantes, humanitarios, ofensivos, personales, vejatorios, pero no me podrán negar ustedes que el Trato del Encerado de la fotografía no deja atrás a cualquier otro tratado.
Es que ese pacto, ese trato, entre estas dos niñas está pintado con tiza blanca de amor y amistad. Algo sabría la diosa Etimología cuando metió en la misma casilla esas dos palabras, AMor y AMistad; dejaos de cursiladas corteinglesas de San Valentín, el verdadero amor es el que nos viene dado desde pequeños, el de esas dos AMigas que sellan con un estrecharse las manos un acuerdo perpetuo: la pizarra es nuestra, es la herramienta que tenemos para transformar el mundo a través del amor y la amistad y el Bubisher, la trinchera desde la que lanzamos nuestros proyectiles con forma de lapiceros de colores, libros de aventuras y juegos inocentes. Manos y corazones en la pizarra, futuro y ganas en nuestras miradas y la sonrisa como inagotable combustible de amor y amistad son testigos mudos de nuestro tácito acuerdo, que no tiene nada que ver con ese papel mojado lleno de firmas trazadas al margen con sangre de promesas y mentiras, papel, papelón, que dura ya cincuenta años.
Y vuelvo a la etimología para recordar que esas dos palabras comparten ya desde el indoeuropeo la raiz *AM con otra palabra igual de maravillosa, Madre. Y no es casualidad, estas niñas, que serán madres, están firmando con ese trato una alianza de futuro para sus hijas, para que su encerado y su tiza se conviertan en pantallas y lápices digitales y su desconchada clase sea el día de mañana un aula moderna y colorida desde cuyas ventanas niños y niñas puedan ver un Mar libre y azulado, un mar que es suyo.
“Es tan lindo saber que usted existe…no ya para que acuda, presurosa, en mi auxilio sino para saber, a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo” (Benedetti otra vez, claro)
Javier Bonet






