Este es también el título de uno de los libros escritos por el poeta saharaui Bahía Mahmud uld Awah. El corazón de los saharauis es un mapa de sueños con nombre de ciudad, de sus ciudades arrebatadas, nombres profanados por el invasor y ocupante, y redimidos nombrando con ellos las wilayas y las dairas del refugio, para mantener vivo el deseo del regreso, y devolverles sus nombres. Nacidos con el murmullo de las olas, como música de fondo, la sinrazón de la violencia les empujó dolorosamente a un éxodo por espacios propios, surcados por ríos fosilizados, que desembocaron en un desierto de piedra, la hammada. Ya desde el inicio del éxodo de sus cuerpos, el espíritu de un pueblo soñaba con el regreso a las orillas de su cuna, mecida por la brisa de un mar, el suyo, viviente.
En las bibliotecas Bubisher, el imaginario de los pequeños lectores traza las sendas, por las que acceden a otros mundos, que descubren en las páginas de los libros, entre los que sospechan que también se encuentra el mundo que les pertenece, en el que vivir muy despiertos su sueño cumplido.
Fue en la wilaya Ausser. Algún tiempo antes de que las bibliotecas Bubisher abrieran espacios para la consolidación del sueño de volver, por las vías de la formación y la cultura, una bellísima adolescente, en cuya jaima familiar sus padres compartían conversación y té conmigo, y sabedora de que yo había vivido en El Aaiún hasta los últimos tiempos de la presencia colonial española, me preguntó que cómo era la ciudad, que sus padres se vieron obligados a abandonar.
- Exactamente como tú la sueñes, le respondí.
Se llamaba Hendú, y estaba volviendo desde antes de nacer. Su madre la concibió soñando con el regreso.
Fernando Llorente