COLORES

 

Se les ve tan bonitos y tan a gusto mientras identifican países y banderas que no apetece interrumpir su aprendizaje para dramatizar de nuevo sobre la injusticia que viven.

Quién les va a explicar a estos txikis que juegan a señalar sobre el mapa el territorio al que corresponde cada colorido y divertido rectangulito, que ellos también tienen rectangulito, pero territorio todavía no; y que la mayoría de esas banderas que son modernas, son modernas porque pertenecen a países que fueron hasta hace bien poco colonias de potencias europeas, y se vieron en la necesidad de inventarlas para intentar romper con el duro pasado colonial, y que mira por donde, en el caso del Pueblo Saharaui otra vez todo es diferente, porque es el único que aún teniendo moderna bandera, todavía no le permiten superar el colonialismo y por eso ellos y sus familias no pueden volver a su territorio, aunque tengan rectangulito de colores.

Gustave Flaubert que vivió en aquella época de asentamiento de banderas como signos nacionales, algo de razón tenía cuando escribió que «están tan manchadas de barro y sangre que deberían desaparecer de una vez«. Tienen poder las banderas para unir, pero también para desunir. No sé si deberían desaparecer. Podrían quizás seguir existiendo pero como símbolos de diversidad cultural, patrimonio de pueblos, necesaria identidad para ser, y para compartir, también para reivindicar, pero claro, primero habría que desligar muchas de ellas de su origen militar dirigido a someter pueblos y enarbolar injustas guerras.

Así que yo casi preferiría hablarles sobre colores, sobre los primarios y los secundarios que están en casi todos esos rectangulitos; les diría que los colores son capaces de producir sensaciones muy profundas, incluso pueden cambiar el estado de ánimo de las personas independientemente de la situación en la que se encuentren, que la vida es mucho mejor cuando está llena de colores. Y si no, que se fijen en el hermoso y potente contraste que el color de la melfa, el draa, o las telas de la jaima producen cuando su luz rompe el reflejo de la tierra de la hamada o de la arena del desierto.

Les explicaría que en la luz que reflejan los colores está siempre de alguna manera el color blanco, por adición, y también el negro, por sustracción; que superponiendo capas de luz roja, verde y azul, su mezcla produce luz blanca; que la luz negra se puede producir combinando los colores secundarios cian, magenta y amarillo Y así alguno de los txikis pudiera imaginar que quizás las banderas a través de su luz nos están sugiriendo que todos los pueblos y las personas que los conformamos somos diversas pero también iguales, porque todas somos un poco negras y un poco blancas, de mil colores y mil combinaciones, y aunque reflejada en tonalidades diferentes todas somos parte de una misma luz.

Koro Azkona

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